Reproducimos la Editorial del domingo de La Voz de Tandil. La presencia del Gobernador promulgando la famosa ley de Paisajes Protegidos, y las incomodidades que el reclamo de viviendas y despidos causa a las autoridades comunales, le dieron al acto, un contenido peculiar y único. Las visiones y sus análisis difieren según quien lo haga. El blogger aduna una visión "neutra" y bastante objetiva para el término medio de nuestra sociedad- de cuño conservadora y apática-.
Guillermo Liggerini
Se presentó el acto como histórico y seguramente quedará para la historia. Ya no sólo por lo trascendental, aquello que hablaba del cumplimiento de los compromisos asumidos, de decisiones profundas y obras por millones, sino también por lo que representó el acto en sí, con un auditorio heterogéneo, incómodo.
Desde los obligados a concurrir por llevar guardapolvos, a los convencidos por sus convicciones sobre lo que implica la lucha por la preservación del medio ambiente. De las oportunidades y oportunismos políticos para revertir una imagen a la intencionalidad de solidificarla con la clara mirada en el 2011.
El público y los protagonistas que materializaron el acto en el Anfiteatro Martín Fierro fue, entonces, un acto escénico en sí mismo. Ya no arriba, entre las piedras, para teatralizar las escenas de la redención (ahora Jesús el Nazareno), sino abajo, con guiones y papeles a interpretar de lo más variados para protagonizar algo así como una comedia de enredos y/o tragicómica que hacen al ser argentino, tandilense medio.
La fecha se recordará por los historiadores futuros sin dudas por lo que allí se plasmó con la firma del Gobernador y el Intendente (promulgación de la ley Paisaje Protegido), pero también se podrá hacer un revisionismo de lo que constituyó el público constituido.
Muchas ausencias, sobre todo de lo que se lo conoce como el vecino de a pié, que sigue demostrando su apatía a ciertas convocatorias preparadas. Tampoco hay que exagerar. Ya ningún acto político, de aquí y de allá, convoca por sí solo. Todo político debe sumar otros atractivos (artísticos o culturales) o apelar al arreo de militantes por un choripán y la coca. “?Quién se va a movilizar para escuchar a un político hoy?”, confió un autocrítico integrante de la casta política local.
INGREDIENTES
Aquellos encargados de rescatar la fecha, se detendrán sin duda en que posiblemente resultó el acto más incómodo que le tocó afrontar al jefe comunal Miguel Lunghi. No por su contenido, que tal vez el rebuscado vuelo literario no permitió retener el espíritu del mensaje, que hablaba precisamente de salirse del ropaje de los protagonistas políticos y poner en primera escena el signo identitario que empujó a los dirigentes a tomar una decisión: preservar las sierras.
Sí le resultó dificultoso tener que afrontar pancartas y presencias hostiles que siguen equivocando el camino a la hora de encontrar eco en una sociedad que cada vez más los mira con mayor desconfianza, por no decir rechazo.
Su lucha, la de los que se podría sintetizar en los sin techo, resulta legítima, casi obvia frente al déficit habitacional que se padece, pero las formas los coloca en una imagen difícil de digerir.
La misma ira que declaman por no ser atendidos, no ser escuchados, la replican en una intolerancia insoportable. Igual actitud emprendió un grupete de presuntos chacareros de boina y botas junto a pitucas señoronas de una aristocracia rancia. Aunque en este caso su cometido (el objetivo era el Gobernador) fue disuelto rápidamente por el personal de seguridad en las puertas del anfiteatro.
La contracara resultó la movilización de los preservacionistas, quienes fiel a su estilo se hicieron notar no por su queja, pero sí por la persistencia que significa una lucha de años que ahora pareciera -según se lo escuchó en el discurso a Scioli- interesar como estrategia de gestión y plataforma electoral. Si hasta los que ayer los ninguneaban ahora se los reivindica por haber perseverado al punto de poner en la agenda política un asunto que quemaba, aún quema.
El medio ambiente y lo que se presenta como un municipio, una provincia, sustentable, anima a dirigentes varios a tomarlo como estandarte para los nuevos tiempos, para lo cual la Provincia y Tandil, debiera ya a emprender políticas activas frente a distintos flagelos más allá de lo que implicó y seguirá provocando la actividad canteril.
Para Scioli, la reivindicación para un gobernador que hasta aquí ningún otro se había animado a encarar. Algunos de los que lo rodeaban como colaboradores, poco y nada habían hecho, sino lo contrario, para asumir semejante desafío. Para Lunghi, el empacho de saber que más allá de aquellos abucheos y presencias hostiles, le tocó protagonizar otro hito para la historia tandilense.
Ambos se colocan como lógicos candidatos a repetir mandato (al mandatario bonaerense ya lo colocan como presidenciable), frente a un escenario electoral todavía primario ante la dinámica que representa, fundamentalmente, la puja nacional.
Se presentó el acto como histórico y seguramente quedará para la historia. Ya no sólo por lo trascendental, aquello que hablaba del cumplimiento de los compromisos asumidos, de decisiones profundas y obras por millones, sino también por lo que representó el acto en sí, con un auditorio heterogéneo, incómodo.
Desde los obligados a concurrir por llevar guardapolvos, a los convencidos por sus convicciones sobre lo que implica la lucha por la preservación del medio ambiente. De las oportunidades y oportunismos políticos para revertir una imagen a la intencionalidad de solidificarla con la clara mirada en el 2011.
El público y los protagonistas que materializaron el acto en el Anfiteatro Martín Fierro fue, entonces, un acto escénico en sí mismo. Ya no arriba, entre las piedras, para teatralizar las escenas de la redención (ahora Jesús el Nazareno), sino abajo, con guiones y papeles a interpretar de lo más variados para protagonizar algo así como una comedia de enredos y/o tragicómica que hacen al ser argentino, tandilense medio.
La fecha se recordará por los historiadores futuros sin dudas por lo que allí se plasmó con la firma del Gobernador y el Intendente (promulgación de la ley Paisaje Protegido), pero también se podrá hacer un revisionismo de lo que constituyó el público constituido.
Muchas ausencias, sobre todo de lo que se lo conoce como el vecino de a pié, que sigue demostrando su apatía a ciertas convocatorias preparadas. Tampoco hay que exagerar. Ya ningún acto político, de aquí y de allá, convoca por sí solo. Todo político debe sumar otros atractivos (artísticos o culturales) o apelar al arreo de militantes por un choripán y la coca. “?Quién se va a movilizar para escuchar a un político hoy?”, confió un autocrítico integrante de la casta política local.
INGREDIENTES
Aquellos encargados de rescatar la fecha, se detendrán sin duda en que posiblemente resultó el acto más incómodo que le tocó afrontar al jefe comunal Miguel Lunghi. No por su contenido, que tal vez el rebuscado vuelo literario no permitió retener el espíritu del mensaje, que hablaba precisamente de salirse del ropaje de los protagonistas políticos y poner en primera escena el signo identitario que empujó a los dirigentes a tomar una decisión: preservar las sierras.
Sí le resultó dificultoso tener que afrontar pancartas y presencias hostiles que siguen equivocando el camino a la hora de encontrar eco en una sociedad que cada vez más los mira con mayor desconfianza, por no decir rechazo.
Su lucha, la de los que se podría sintetizar en los sin techo, resulta legítima, casi obvia frente al déficit habitacional que se padece, pero las formas los coloca en una imagen difícil de digerir.
La misma ira que declaman por no ser atendidos, no ser escuchados, la replican en una intolerancia insoportable. Igual actitud emprendió un grupete de presuntos chacareros de boina y botas junto a pitucas señoronas de una aristocracia rancia. Aunque en este caso su cometido (el objetivo era el Gobernador) fue disuelto rápidamente por el personal de seguridad en las puertas del anfiteatro.
La contracara resultó la movilización de los preservacionistas, quienes fiel a su estilo se hicieron notar no por su queja, pero sí por la persistencia que significa una lucha de años que ahora pareciera -según se lo escuchó en el discurso a Scioli- interesar como estrategia de gestión y plataforma electoral. Si hasta los que ayer los ninguneaban ahora se los reivindica por haber perseverado al punto de poner en la agenda política un asunto que quemaba, aún quema.
El medio ambiente y lo que se presenta como un municipio, una provincia, sustentable, anima a dirigentes varios a tomarlo como estandarte para los nuevos tiempos, para lo cual la Provincia y Tandil, debiera ya a emprender políticas activas frente a distintos flagelos más allá de lo que implicó y seguirá provocando la actividad canteril.
Para Scioli, la reivindicación para un gobernador que hasta aquí ningún otro se había animado a encarar. Algunos de los que lo rodeaban como colaboradores, poco y nada habían hecho, sino lo contrario, para asumir semejante desafío. Para Lunghi, el empacho de saber que más allá de aquellos abucheos y presencias hostiles, le tocó protagonizar otro hito para la historia tandilense.
Ambos se colocan como lógicos candidatos a repetir mandato (al mandatario bonaerense ya lo colocan como presidenciable), frente a un escenario electoral todavía primario ante la dinámica que representa, fundamentalmente, la puja nacional.
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