domingo, 8 de junio de 2014

La bohemia de los años 30 en la Aldea Tandilense: la recuerdan René Lavand y Sergio Moldavsky en una noche excepcional en el CCU

Un heterogéneo grupo que colmó la sala del primer piso del CCU vivió momentos muy emotivos ayer a la nochecita cuando se presentó en el escenario René Lavand y el guitarrista Sergio Moldavsky para dialogar con la periodista Gisela Busaniche que logró crear un clima especial sobre el escenario con estos dos grandes artistas.
El acto tenía por fin presentar en sociedad “La Guitarra de los Gauchos”, obra literaria inédita, recitada por el famoso ilusionista René Lavand, y que fuera escrita en los años ´30 por el poeta tandilense Lauro Viana. Cuenta con los arreglos y acordes musicales del ilustre concertista de guitarra Abel Fleury, interpretados en los dedos del eximio Sergio Moldavsky. 
“La Guitarra de los Gauchos”, una obra que recorre los paisajes coloridos del agreste señorío de la pampa con un manejo apropiado del vocabulario gauchesco;  contó con el apoyo de la Unicén, Radio Nacional y la Incubadora de Arte de Tandil y fue declarada de Interés Educativo y Cultural por el Honorable Concejo Deliberante local.
La pulcra bohemia tandilense
En una pantalla gigante se pudo adentrar el espectador en la cálida casa de René Lavand que de este modo decía en medio de los acordes de Sergio: “En los años 27… 30 ya Tandil hacía gala de su poder de convocatoria concentrando personajes de muy alto nivel representativo de la cultura y así fue como músicos, poetas, intérpretes, escritores, compositores, periodistas de la talla de Abel Fleury, Fernando Ochoa… Ambrosio Renis y otros se reunían en amistad en el desaparecido hotel Ramírez de la calle San Martín configurando la pulcra bohemia tandilense. A los efectos de rescatar en parte todo aquello que el tiempo devoró he aceptad la sugerencia de Nora, mi mujer, de mis hijos  y de amigos como Aníbal Tuculet y José Ignacio Fosco y trataré de ensamblar la profunda fluidez literaria de Viana y la genial interpretación de Fleury interpretado por el eximio guitarrista Sergio Moldavsky. Lo hago sólo por una sola razón, la sentenció Sarmiento: ´las cosas hay que hacerlas mal o bien pero hay que hacerlas´. 
El aplauso fue cerrado cuando Lavand le puso punto final a sus palabras y se recordó a las figuras de Viana y Fleury que integraron, tal como lo señaló René, la pulcra bohemia tandilense   junto a reconocidos ciudadanos de sensibilidad artística e intelectual como el periodista Ambrosio Renis, el escritor Juan Antonio Salceda, el impresor gráfico Alfredo Vitullo, Héctor F. Miri, Abel Mugaburu, Marciano Alduncin y Ernesto Valor entre tantos otros. A ese grupo debe sumarse el recitador estrella de la radiofonía argentina de aquellas décadas, Fernando Ochoa, figura para quien Lauro Viana solamente escribiría con el objetivo de que él leyera sus obras.
A mediados de esa década aparecería publicada la primera poesía de Viana en un medio importante, el suplemento literario de La Prensa. Esa obra, “El Palenque” recibió elogios del poeta Baldomero Fernández Moreno y hasta del mismísimo Jorge Luis Borges, a quien Ricardo Guiraldes le había hecho conocer la poesía de Viana.
Sin embargo Viana, un hombre dotado de un gran pudor y sentido de autocrítica sobre su propia producción literaria, jamás editó ningún libro y redujo casi en absoluto el acceso al estilo y personalidad sus versos. Antes de morir decidió quemar todos los originales de sus obras pero la conservación aficionada de alguno de sus amigos impidió que el talento de Viana se perdiera en el tiempo logrando tener acceso a algunas de sus poesías, sonetos y coplas.
Abel Fleury en su juventud, residió  en Tandil donde dio clases de guitarra, algunas audiciones y conciertos. Continuó su carrera en la Capital Federal donde, por la recomendación de su amigo Lauro Viana quien le redactó una carta de presentación, empezó a participar en los recitales poético-gauchescos de Fernando Ochoa.
Un sueño hecho realidad
En la mitad del acto, en la charla sobre un cálido linvig al azar la escenografía realizada sobre tablas, Lavand seguía narrando anécdotas como sólo él sabe hacerlo, contando cómo nació la necesidad de llegar al hecho cultural que se presentaba ayer por la noche en el auditorio Alfa manifestando que Lauro Viana  “debiera ser reconocido como uno de los poetas Latinoamericanos más importantes del Siglo XX".
Y la noche seguiría entre melodías y palabras y de este modo veía la luz un largo sueño hecho realidad.




Biografía

Lauro Viana nació en Tandil el 20 de agosto de 1897 y falleció en Mar del Plata el 6 de enero de 1976.


A los 5 años perdió a su padre y se formó en el Colegio Sudamericano de Manuel Carné.


En la adolescencia comenzó a trabajar y simultáneamente, atraído por la literatura, pasaba horas en la Biblioteca Rivadavia, en la que dio sus primeros pasos guiado por José A. Cabral.


Entabló amistades perdurables con Juan A. Salceda, el escritor Héctor F. Miri y el artista Ernesto Valor, con quienes compartió ideales comunes sobre los valores de la vida.


Alentado por los hermanos Conrado y Roberto Nalé Roxlo, a quienes conoció en diciembre de 1919, comenzó a escribir sus  poemas.


En 1930 apareció publicada su primera poesía en el suplemento literario de La Prensa, “El palenque”, que recibió elogios de Baldomero Fernández Moreno y de Borges, a quien Ricardo Güiraldes le había hecho conocer la poesía de Viana.


También en 1930 conoció a don Fernando Ochoa, con el que trabó una sólida y profunda amistad, y que le permitió a Viana hacerse conocer, a través de los recitados de Ochoa, el que prácticamente registró con su voz, la mayor parte de la obra Viana.


Sus conocimientos del campo bonaerense y la especial inclinación por su paisaje y sus hombres, inspiraron su producción y su pluma tradujo con fuerza y colorido el agreste señorío de la pampa, con un manejo apropiado del vocabulario gauchesco.


Activo integrante de las tertulias, y de las peñas literarias y artísticas que realizaba en su casa el escritor y gráfico Vitullo, estrechó amistad con colegas y conoció a la pintora Sofía Zárate, con quien se casó. 


Viana siempre fue reacio a la publicación de sus obras, debido a su sentido extremadamente crítico y es por ello que gran parte de su producción no está disponible.


A continuación, Desvelo de Lauro Viana y Abel Fleury, por Suma Paz.






Fuentes: El Eco de Tandil y El Mirador Nocturno

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