domingo, 22 de diciembre de 2013

A 100 años de la fundación del Club y Biblioteca Ramón Santamarina ( por Hugo Mengascini)


Fundado el 20 de diciembre de 1913 con el nombre “Club Atlético Independencia” cuando el fútbol en Tandil se encontraba en sus comienzos, la entidad aurinegra   aparecía en la escena deportiva como Club Ramón Santamarina el 6 de marzo de 1914. Una determinación que -en asamblea general- fue adoptada por sus 41 socios y que perseguía la intención de lograr el apoyo de la familia del acaudalado estanciero fallecido en 1904. Con tal motivo se nombró socio honorario a Antonio Santamarina.  Poco después, se obtenía la manzana comprendida entre la avenida Colón y las calles Pellegrini, Paz y La Plata (actualmente Uriburu) para instalar el campo de deportes denominado cancha “del Hospital”, cuyo terreno pertenecía  a  José Santamarina.
Según las crónicas de la época, el primer partido de fútbol se llevó a cabo el 17 de marzo de 1914 con Jorge Newbery, equipo con quien monopolizaría la atracción de la juventud hasta el surgimiento del Club Ferro Carril Sud en 1919.
Además del fútbol, la naciente entidad pretendía fomentar el tenis, el cricket, el boxeo, las reuniones sociales y culturales. En tal sentido, a partir del 6 de junio de 1914, con Martín Bicondo como presidente de la institución se ingresaría en una serie de adelantos. Se adquirieron juegos de tenis, de cricket y la secretaría de la avenida España 658 se trasladó a la avenida Colón 1181, lugar donde se abrió, en marzo de 1915, una biblioteca social con 40 ejemplares donados por los socios. Por entonces, el Club alcanzaba los 70 asociados
Sin embargo, en el contexto de la Primera Guerra Mundial, el Club atravesaría una etapa de zozobra financiera. De modo que la sede se trasladó a la casa del presidente de la comisión directiva en calle Maipú 791. Al año siguiente, la familia  Santamarina  obsequió la suma de 1.000 pesos para la institución; en tanto que Rafael Montaner, en agosto de 1916, cedía gratuitamente un vasto salón que poseía en su domicilio de la calle Pinto 368. Seguidamente, se alquiló un inmueble ubicado en 9 de Julio 450, con una pieza y un amplio terreno, a la vez que se incorporaba un importante material bibliográfico para su biblioteca.
Pero a principios de los años veinte, la entidad aurinegra volvería a sufrir una profunda crisis financiera.  “Un período de decaimiento en que el Club se quedó sin cuadro”, decía la prensa local. Los esfuerzos para recuperar la institución fueron significativos. En los años 1922/23, por ejemplo, la empresa que alquilaba el Teatro Cervantes exhibió “películas entretenidas” y llevó a cabo funciones teatrales a beneficio de la entidad. Asimismo, el cine Americano colaboró exhibiendo diferentes espectáculos cinematográficos.
Cuando para muchos el Club y Biblioteca Ramón Santamarina corría el riesgo de desaparecer, en 1924 comenzó a renacer con el empuje del dirigente Pedro Fossatti. Su gestión como presidente, desde 1924 hasta 1929, culminaría con múltiples triunfos y adelantos.
En la búsqueda de ampliar el programa deportivo, la comisión directiva resolvió trasladar la biblioteca y sala de reuniones a una casa ubicada en la calle Mitre, entre 9 de Julio y Rodríguez. Como se disponía de un amplio salón y suficiente terreno, se establecieron dos canchas de bochas, ring y un gimnasio; suceso que se festejó con un gran asado al asador. “La fiesta en pro del Club Ramón Santamarina con la cooperación de ‘estimables señoritas’ a la obra deportiva y cultural. ‘Niñas vinculadas a conocidas familias’ ha de ser un incentivo más para que la concurrencia sea numerosa”, expresaba un periodista de ese momento.
De igual manera, en el transcurso de los años veinte,  la sede fijó domicilio en  Sarmiento al 600  y, más tarde, en un local ubicado en la calle Yrigoyen entre San Martín y Pinto.
En febrero de 1925, a través de las gestiones realizadas por el diputado conservador Juan D. Buzón, el gobierno de la provincia de Buenos Aires otorgó una subvención de 50 pesos mensuales. El Club tenía el propósito de anexar a la biblioteca bien surtida (se obtuvieron 800 volúmenes más) una sala de esgrima y de billar.  Además, se adquirió un aparato de radiotelefonía.
A principios de la década del treinta, la familia Santamarina ofreció en carácter de préstamo una casa en calle 9 de Julio 551. En ella, su sala de lectura ostentaba alrededor de dos mil volúmenes y en su mesa bien provista de revistas, periódicos y diarios se atendía anualmente a unos cuatro mil lectores. Por otra parte, la masa de socios continuaba creciendo y se elevaba a 400.
En el plano futbolístico, su popularidad comenzaría a advertirse a partir del triunfo obtenido en la final del 3 de agosto de 1924 con Independiente. Ese día se consagró campeón sin conocer la derrota, mientras que “el flaco” Rómulo Romeo, uno de los máximos guardametas del fútbol local y de la Selección de Tandil, se convertía en el ídolo de los pibes al mantener, durante un año, el arco invicto.
El resultado entusiasmó a muchos de los espectadores, los que organizaron una manifestación en la que tomaron parte más de 200 personas que recorrieron varias calles de la ciudad. Por la noche, durante una reunión en el restaurant “El Plata” se hicieron los honores con “una abundante y suculenta cena” en la que se entonaron canciones populares y se recitaron  poesías, cuyo autor era uno de los socios.
Luego llegaron los campeonatos ganados de 1925, 1926 y 1928. Entre los 35  premios y trofeos que lucían en sus dos amplias vitrinas, figuraban hermosas copas que recordaban aquellos campeonatos. Por esos años, la cancha de las Ferias Francas (ubicada en la manzana de las calles 4 de abril, Mitre y las avenidas Marconi y Santamarina) congregaba a una verdadera multitud deseosa de seguir los partidos con su principal rival: el cuadro de Ferro Carril Sud. Algunos de los restantes equipos de fútbol que participaban, por entonces, eran  Jorge Newbery, Independiente, Defensa Tandil,  River Plate, Sarmiento, La Movediza, Alumni y Nacional.
Durante los años cuarenta y cincuenta, con Francisco Vistalli como presidente de la etapa 1936/57, la institución se transformó en un importante centro boxístico cuando los púgiles Alberto Daher y Raúl Angerami -formados en el gimnasio del Club- alcanzaron títulos sudamericanos en el campo amateur. Simultáneamente se lograría un notable crecimiento patrimonial. Al cumplirse los treinta años de vida, sus dirigentes hicieron realidad el sueño de la casa propia con la adquisición del inmueble de la calle Yrigoyen al 600, hecho que se llevó a cabo el sábado 18 de diciembre de 1943. Posteriormente, a fines de 1956 sumaba su moderno estadio al aire libre y otro inmueble en la zona céntrica, contiguo a su sede social. Para ese momento, el número de socios superaba los 3000.
No obstante, como es sabido, la estafa de los años noventa, la quiebra y el posterior remate de todos sus inmuebles -incluida las 15 hectáreas de la quinta Belén-  provocó el derrumbe de una de las entidades sociales y deportivas más significativas de la región.  El Club y Biblioteca Ramón Santamarina, “cuna de hidalguía y de campeones”, dejaba atrás aquellos años de esplendor, las multitudinarias jornadas de box y de basquet, las hazañas del legendario arquero “Mingo” Pastor y del ciclista Alberto Ferreira, las extraordinarias reuniones sociales y los bailes con las grandes orquestas típicas y figuras de relevancia nacional e internacional, la “Barra del Bombo y el Muñeco”, el Campeonato Nacional de Fútbol de 1985...
En bien de la actual etapa, y teniendo en cuenta que continúa siendo una institución   arraigada a un hondo sentimiento popular, es indispensable que -como en  los tiempos memorables- encuentre la oportunidad de desarrollarse en función de las necesidades deportivas, sociales y culturales de la comunidad de Tandil.
El recuerdo y la memoria, pues, a todos los dirigentes, deportistas y socios que, a partir de ese deporte de jugar con los pies a la pelota, construyeron con altruismo una entidad social y deportiva  excepcional.

Material fotográfico- Gentileza: Pablo Pasty


Tandil, diciembre de 2013

El agua potable en Tandil ¡ la Insolidaridad al palo !, y el calor no afloja...


En los años del Tandil bucólico, de casas bajas, y siestas largas en los veranos tórridos, tuvo un problema de abastecimiento de agua potable. El Observador recuerda el clamor de su tía, que vivía en la Avda Estrada casi Rivadavia por el uso indiscriminado del agua potable de los vecinos radicados en las cuatro avenidas: que mayormente eran abastecido por el famoso Tanque ubicado en la plaza de Santamarina entre Mitre y Sarmiento. Protestaba la tía porque no gozaba de una gota de agua en el verano durante la mayor parte del día, solamente a las altas horas nocturnas lograba llegar el agua a su tanque casero, y con eso tiraba todo el resto de la jornada. De esto hace más de cincuenta años. Hoy el problema sigue igual. Y no estoy hablando del abastecimiento municipal de Obras Sanitarias, que gracias a una política de estado mantenida por distintos gobiernos comunales, han logrado un discreto y mantenido abastecimiento del vital elemento. No estoy haciendo cargos políticos por este problema a resolver en los próximos años para no volver a sufrir carencias de agua y medidas drásticas desde el poder político para poder mantener un mínimo del vital elemento para las familias tandilenses. En realidad me estoy refiriendo a la falta total de solidaridad de los vecinos hacia aquellos sectores de población , que por su ubicación geográfica, tienen problemas de presión y llegada del agua.
En cincuenta años no ha cambiado la imperterrita insolidaridad de los tandilenses en este punto; sigue igual que hace una o dos generaciones atrás. Han pasado muchas pestes políticas en el país, pero ninguna parece modificar la petrea personalidad del tandilense medio: individualista, conservador y con un desprecio hacia su vecino como si fuera su enemigo a eliminar. No hay campañas ni llamado de las autoridades-de todo tipo- para que hagan un uso responsable de un derecho como es el abastecimiento de agua potable, y así, poder gozar todos por igual del agua.
En estos días agobiantes y de calores intensos se hace más patético el disvalor de la insolidaridad en todos aquellos que sin el menor sentido de comunidad, llenan sus piletas con agua potable, poniendo en riesgo a miles de niños y niñas que necesitan de un mínimo de agua para no sufrir de las enfermedades del verano. No hablemos de los mayores y familias que sufren por no contar con un abastecimiento básico para sus necesidades básicas.
Reflexionemos y pongamos un granito de arena en este asunto tan grave; y pensemos que esta ola de calor durará unos cuantos días más y con más temperatura de la que tenemos hoy. Solamente con cuidar un elemento vital para la vida humana como es el agua, estaremos dando un ejemplo de pertenencia a una comunidad que nos contiene y nos cobija. No pidamos después solidaridad cuando algún problema nos aqueja, sino hacemos un esfuerzo solidario en este asunto del agua.


http://desdeelmorisco.blogspot.com.ar/2013/12/el-agua-potable-en-tandil-la.html

viernes, 20 de diciembre de 2013

Capusoto en Tandil, y de paso, una nota del inefable El Hage (escriba del lunghismo) sobre viudas y velorios en el pueblo

Nota: Imperdible noticia en la Aldea: Capusoto en Tandil. Se lo ve tomando café en La Vereda (ámbito filo radical) junto al abogado Armando Galli. Y de paso agregamos la mejor nota de la semana. Una del inefable escriba del Intendente, don Elías El Hage, que nos deleita con historias bizarras de la comunidad serrana, bajo el seudónimo Melquíades Kafka. Ambas publicadas en el Portal El Diario de Tandil, espacio de noticias y comentarios que expresan las opiniones del lunghismo local y de vez en cuando algún radical sin "ismos".



Capusoto en Tandil, junto al colega Galli, en la Vereda

(Por Melquíades Kafka) “A usted que le gusta contar historias, escuche ésta…”, dice, en la cola del supermercado, un hombre mayor, de gorra, y trascartón le revela al articulista cierto culebrón ocurrido en una casi centenaria pompa fúnebre local.
Estaba el muerto de cuerpo presente, como suele decirse. La Viuda observándolo de pie. Su mente vaya a saber en qué ineluctables pensamientos acerca del finado. De negro, La Viuda, como las típicas mujeres de antes. Porque es ella una mujer del siglo pasado. De cuando las abuelas llevaban luto algo así como diez años seguidos.
A los fines descriptivos, La Viuda anda por los sesenta pirulos. Y el finado bordeaba los setenta. Había sido lo que podríamos llamar un matrimonio consumado en la resignada pasión de la tolerancia. Lo que no significa que no hubieran padecido –como cualquier matrimonio- épocas conyugales tormentosas. Definitivamente clausuradas por la misericordia femenina.
Eso creía La Viuda hasta que a través de la puerta vio llegar a La Pichicata. Así la llamaba, con cierta despectiva sorna, desde el día que se enteró que la enfermera quería robarle el marido. Hecho que había ocurrido, exactamente, veinte años atrás. Nunca la había olvidado (“Soy mujer, ¿qué quiere?”, se excusó ante el articulista a la hora de ratificar la veracidad de esta historia). De modo que el velorio transcurría apaciblemente (sin la tortura para los deudos de pasar la noche en la pompa fúnebre, costumbre ya extinguida de los ritos mortuorios), cuando la vio venir. Maquillada como una puerta, describió, y con un vestido despampanante para la circunstancia y el lugar.
La Pichicata se acercó sin rodeos al ataúd. El Cristo de bronce crucificado en la pared, sobre la cabecera del cajón, fue testigo de un diálogo destinado a ocupar un alto sitial en el podio de los hechos funerarios lugareños.
La Viuda la miró con odio. Era la misma mujer que había estado a punto de quebrarle su romance eterno con el finado, que también había sido su gran amor y su primer y único hombre. La misma enfermera que lo había vuelto loco durante los tres meses en que él debió pernoctar en una austera habitación del Kaiku, desterrado de su casa, hasta que eligiera con cuál de las dos mujeres iba a quedarse por el resto de su existencia. La misma que lo había seducido, a partir de su noble oficio de enfermera, el día que lo internaron en la Chacabuco con una piedra en el riñón, aplicándole los calmantes mediante veinte inyecciones que le dejaron el trasero a la miseria, porque la mano de la enfermera, desbaratada por las pulsiones del amor, se había convertido en un instrumento de tortura, el pulso trémulo y los pinchazos temblorosos, que lo hacían llorar de dolor mientras ella le musitaba en voz baja aquella línea poética que él jamás habría de olvidar: “Si la enfermera no encuentra la vena es porque el amor la espera…”.
Se acercó La Pichicata al féretro, contempló el cadáver del hombre y luego levantó la vista hasta encontrarse con la mirada gélida de La Viuda. El finado, las dos veteranas y el viejito de la gorra amigo del finado y sentado a un  metro de la escena, componían el imperecedero cuadro de situación.
-Yegua, seguís siendo la misma yegua de siempre –gruñó La Viuda. Un odio que le venía del fondo del tiempo acompañó el silabeo de sus palabras.
-Respetalo al Tucho ¿querés? –le contestó La Pichicata.
-¿Respetar? Mirate, te atrevés a venir a mi velorio y encima vestida como una trola…
-No es tu velorio. Es el velorio del Tucho –corrigió la enfermera.
-¿Qué querés? ¿A qué vinistes? –le espetó, cortante, La Viuda.
-No tiene la medalla de la Guadalupe –dijo la enfermera hurgando en el cuello del finado.
-¿Qué medalla, yegua? ¿De qué hablás?
-La que le regalé el día que nos despedimos…
Entonces La Viuda se volvió loca. Le dijo que Tucho jamás había usado una medalla y menos de la Guadalupe porque él toda su vida había sido devoto de la Virgen María. Luego ambas mujeres se trenzaron en el fervor de unos insultos recíprocos hasta que estuvieron a punto de irse a las manos. Sobre el aire petrificado de la sala velatoria quedaron colgadas, como en el cordel de la ropa del patio, dos palabras brutales: puta y frígida, cuya violenta sonoridad parecieron despeinar el jopo aplastado del finado. El viejito de la gorra creyó oportuno terciar en la discusión. Apartó a La Pichicata del cajón, se la llevó por un pasillo y le hizo un café en la cocina. La mujer lloraba de manera histérica, es decir sin lágrimas. La Viuda, en tanto, se recostó sobre el borde del féretro y descargó una andanada de exabruptos en la cara lívida del finado.
El viejito dejó la cola del supermercado, miró al articulista, metió la mano en el bolsillo del pantalón y preguntó:“¿Cuánto cree usted que me pueden dar por la medalla en la joyería?”. Luego contó que su amigo, el finado Tucho, le había confiado el colgante con la imagen de la Guadalupe el día que decidió volver con su esposa, la última noche que pasó en el exilio del Kaiku. “Creamé que si le devolvía la medalla a la enfermera hubiera sido lo mismo que clavarle un puñal por la espalda…”, señaló con un romanticismo de otras épocas. El articulista evaluó la medalla. Era de oro. Y ahí nomás le dijo que hiciera dos cuadras sobre Rodríguez y entrara en un local que se llama Novecento.


lunes, 16 de diciembre de 2013

Elecciones partidarias en Tandil: Diego Bossio se encamina hacia el 2015 con un peronismo unido

El nuevo presidente del PJ Tandil: Diego Bossio
Los viejos peronistas, desde la desaparición de Luis María Macaya, que no veían una confluencia de sectores del peronismo vernáculo como en esta nueva etapa que el Justicialismo de Tandil comienza a partir del liderazgo del joven Diego Bossio. 
El Observador que en cuestiones partidarias no es objetivo ni neutral, aplaude con entusiasmo esta monumental concentración de poder que hoy muestra el peronismo local. 
Nadie que haya vivido en esta ciudad y participado en su vida pública, puede imaginarse un fenómeno de esta características en esta fuerza política; que vivió los placeres del poder en los lejanos años 87/91 y comenzó un proceso de fragmentación en la ciudad que iba en contramano del proceso nacional con el justicialismo y aliados gobernando la Nación y la Pcia de Bs. As.

Hoy comienza a madurar lo que en el seno del movimiento nacional justicialista se iba incubando con la incorporación masiva de los jovenes a la política. Debemos ser justos y poner en el centro de este proceso al Presidente Kirchner que rescata "la política" del viejo cajón guardado en el altillo, al que la había llevado el neoliberalismo en los noventa. 
Y, es, la política la que hoy se impone en el seno de esta fuerza política en la ciudad de Tandil; ni más ni menos que un imaginario colectivo que el movimiento de Perón y Evita encarnan en los corazones y en las mentes de los millones de compañeros a lo largo y ancho de la Nación. 

Hoy, triunfa un proyecto colectivo en la ciudad; estará en esta renovada dirigencia partidaria contagiar a la ciudadania serrana de que hay un futuro mejor que solo una fuerza nacional puede llevar adelante; el viejo recurso de la vieja política neoliberal que domino estos años en la ciudad convenció a muchos tandilenses que con un partidito vecinal se podía modernizar Tandil, está llegando a su fin. 
Hasta hoy, la decadencia de la principal fuerza opositora al gobierno comunal y el liderazgo indiscutible del Intendente en amplios sectores de la comunidad, hicieron posible que Tandil se retrasara y no diera el salto en calidad que su potencial social, economico y cultural le tiene asegurado bajo la conducción del peronismo y su dirigencia joven y experimentada en la gestión pública a nivel nacional y provincial. 
Están dadas todas las condiciones para que Tandil prospere y sea una ciudad intermedia que valga la pena vivir; y será de la mano del justicialismo que trascenderemos la bucólica siesta tandilense que desde hace diez años vivimos de la mano del radicalismo vecinalista.(http://desdeelmorisco.blogspot.com.ar/)

LA LISTA
Presidente: Diego Bossio
Vicepresidente: Raúl Escudero
Sec. General: Miriam Iglesias
Sec.  Adm y de Actas: Facundo  Llano
Sec. De Organización: Walter  Fernández
Sec. de Adoctrinamiento: Rubén Sentís
Sec. de Acción Social: Celeste Varela
Sec. de Relaciones: Héctor Manente
Sec. de Finanzas: Marcelo Cifuentes
Sec. Cultura y Prensa: Juan Favre
Sec. de la Mujer: Adriana Calvar
Sec. Gremiales: Pablo Vallejos
Sec. de la Juventud: Jesús Rodríguez
Sec. DD HH: Celia Sucurado
Sec. Técnico: Roberto Tassara
Sec. Discapacidad: Maiten Ghezan
Vocales: Gino Pizzorno, Javier Levigna , Mario Abait, Pilar Jaureguiberry.
Congresales:
Pablo Bossio, Néstor Auza, Miriam Iglesias, Rogelio Iparraguirre

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