El Sapo del día después y la alegría que tiene fin: Felices Pascuas
y la casa (serrana)… ¿estará realmente protegida y en orden?
(Por Tefa Schegtel
Torres) El miércoles 31 de marzo de 2010 quedará inscripto seguramente en
alguna página del Libro Gordo de la historia. Ya pasado el nublado y goteante
mediodía, y bajo una sorpresiva apertura de bóveda celestial para la triunfal
entrada del clásico sol radiante de las fechas memorables, se dio inicio, en el
escenario granítico del Anfiteatro Municipal, al acto en cuestión. Entre
bombos, platillos, silbidos, el derecho de admisión de la organización de la
eventualidad y un figurettismo sinigual, las poderosas municipal y provincial
fueron puestas en el papel simbólico. La
Ley de Paisaje Protegido para las sierras… de la Poligonal , ya tuvo su
aprobación y celebración. Sin embargo, el jueves 1ro de abril, sin haberse
cumplido las 24hs del “acto soñado”, la city se desayunó con la primer vendetta
canteril: La Cascada ,
Las Ánimas y Carba… ¿os suenan? Mejor dicho… ¿nos las hacen sonar?
La jornada del 31 estuvo signada por
una extraña mezcla de sensaciones encontradas. El denominador común que sí fue
claro estuvo signado por el amor incondicional hacia el patrimonio de nuestra
humilde aldea: las sierras, las más antiguas en el terreno de la América austral. La
multiplicidad de reclamos que firmaron la planilla de asistencia tuvo su
transversalidad en la lucha por la preservación de nuestra única sede física y
existencial, el suelo serrano sobre el que nos movemos día a día. La cinta
verde se multiplicó entre las Mujeres Sin Techo, la Juventud Peronista ,
las Trabajadoras Sociales en lucha, el Partido Obrero y, principalmente, entre
el amplio público de los guardapolvos (blancos, cuadriculados, públicos y
privados, alumnos, maestros y profes) y todo vecino que se acercó con su trapo
en mano.
Así las cosas, los minutos previos al
inicio del tal mentado acto tuvo, literalmente, sus quilombos en puerta. En las
escalinatas de acceso nomás tuvo sus escenas. En la lista de los no admitidos
al festín un Juan Olano con resaltador rojo flúor fue el esperado por las
cámaras, que hicieron del hecho un zócalo a lo Rial. Sin embargo, la Asamblea Ciudadana
por la Preservación
de las Sierras, acompañada de la incansable y enérgica Flor de Murga, estuvo a
centímetros de la despachada más ladina como con menos tacto, táctica y
estrategia. Una mirada preservacionista tuvo la contundencia de las mil
palabras, sumado a la sensatez del reconocimiento de un certero error de
cálculos para el bronce de la historia y la propaganda de una campaña que
quiere cosechar sus votos para la urna del año próximo. Segundos después, pero
en último lugar, el reservado para los que, al menos, ríen mejor, la entidad
ecologista ingresó por la puerta grande, entre los aplausos sinceros del
público, mientras observaba el campo para ver en qué lugar se plantaba con la
kilométrica consigna “Sierras sin canteras ni construcciones” de unos 20 metros de largo, y la
mítica bandera verde que acompaña desde hace años a la coherencia del pedido de
base: Sierras de Tandil (igual) Áreas Protegidas.
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