domingo, 4 de septiembre de 2011

El Caso "Candela" entre Ayacucho, los Gonzalos y el rol de los medios de comunicación

Por Guillermo Liggerini 


El terrible caso Candela que dejó boquiabiertos a los argentinos sirvió como disparador para insistir sobre la seguridad ciudadana y el rol de los medios, y si éstos tienen influencia, consecuencia, sobre lo otro. 

Los interrogantes sobre cómo ese submundo, marginal, sigue haciendo de las suyas y demuestra su capacidad de acción y daño más allá de lo que dispone la fuerza del Estado, difícilmente encuentre respuestas. A la vista tampoco se vislumbra receta mágica. Sin ánimo de ensayar una hipótesis más de lo que ocurrió, por lo pronto su trágico y doloroso desenlace no fue otra cosa que una provocación. Tirar el cuerpito de una niña en una bolsa, a plena luz del día, a escasos metros del radio de acción del mega operativo policial y que la encuentren unos cartoneros por casualidad, pone en crisis cualquier atisbo de escusas sobre el trabajo investigativo montado. Fracasaron, lisa y llanamente. 

Pero si se permite, tampoco debiera sorprender la incapacidad de las fuerzas del orden. Independientemente de la pericia de los autores del secuestro devenido en muerte, aquí nomas se demostró que con algo de osadía, contactos y recursos, todo es posible, incluso llevarse sin más una niña y escaparse de las narices de los que la buscaban. 

Salvando las distancias y sus circunstancias. No hace mucho aquí la justicia y sus respectivos actores estuvieron en apuros, acosada por una campaña sucia que aún persiste -ya sin tanta eficacia- bajo el paraguas de un sector político poco serio a la hora de abordar los asuntos que estaban en juego. 

Un padre desesperado, desobediente y apuntalado por inescrupulosos actores, se supo llevar a su hija. Escapar de la justicia por no creer en ella y hacer lo que quisiera hasta que fue apresado en un país vecino. Hoy sigue entre rejas al aguardo de su extradición, mientras su hija está donde nunca debió dejar de estar, en la custodia de personas responsables. También la familia paterna tiene la posibilidad de ver a la indefensa chiquita cuyo rostro plagó las páginas de los diarios locales y más allá también. 

Cómo ese padre pudo salir del país, obtener documentación falsa y moverse con cierta comodidad por días en el país limítrofe, no hace más que hablar de una fragilidad de un sistema estatal sino corrompido como mínimo inepto. Sólo podrá revertirse esa sensación de debilidad cuando culmine el juicio de extradición y también recaiga el peso de la ley para quienes la facilitaron la fuga. 


LOS MEDIOS 

Y si se trata de los medios, ayer y hoy bien merece una autocrítica la cobertura y exposición que los medios proponen para determinados hechos policiales. 

Por éstas horas se debate sobre el rol de los medios precisamente en lo que fue la cobertura del caso Candela, considerando que la excesiva exposición, las precisiones, pormenores de la pesquisa no hizo más que llevarla al fracaso. Que flaco favor se hizo para con la suerte de la chiquita indefensa. 

Bien vale la pena repensar el rol de los medios, en tanto y en cuanto no se lo utilice de excusa para encubrir otros intereses. Como pueden ser los políticos, para que la reacción popular no incida en sus objetivos electorales. O de los propios investigadores para eludir su principal responsabilidad, que era la de encontrar a la chica con vida y a los autores presos. 

Ahora sí, los medios también les cabe la crítica y el reproche. Filtrar información sobre futuros procedimientos, allanamientos con el sólo propósito de tener la primicia o llenar el obligado espacio que la espectacularidad del hecho merece es correrse del verdadero objetivo, premisa, si como tal se entiende que, en el fondo, todos (justicia, policía, políticos y medios) buscan la verdad y, puntualmente en este caso, que apareciera la chica. 

Tampoco en el pago chico debiera resultar ajeno esta discusión. Ocurrió y seguirá ocurriendo que con el afán de informar a veces se entorpezca determinada pesquisa. El resonante caso de Ayacucho, donde una madre simuló un homicidio para ocultar las verdaderas causales de la muerte de su bebé, fue el botón de la muestra de esta discusión que debiera darse. Hubo una pueblada, quisieron linchar al intendente, y al final del camino la investigación logró determinar que fue un accidente y la reacción desesperada de una madre que incluso ahora estará puesta en la picota por esos mismos medios y vecinos que clamaban por seguridad. 

También aquí, la ciudad se ha visto conmovida por un nuevo suceso criminal. Un septuagenario muerto tras una paliza de aún manos anónimas. Y también los medios, con el mismo vértigo dejó trascender información que flaco favor le hicieron a la causa que busca dilucidar el caso, léase dar con los responsables. 

Adelantar sobre la búsqueda de un calzado o el lugar donde en las próximas horas se va a desarrollar un allanamiento poco aportan a la información que la ciudadanía merece tener, y mucha frustración para quienes deben llevar adelante la causa. Como el vecino, también el delincuente, en este caso el o los asesinos, están atentos a lo que se dice y se escribe. 

La cabe responsabilidad no sólo a los medios, también a los investigadores ser más abiertos, acceder y dialogar con la prensa para que ésta cumpla su rol y también ayude a no entorpecer, informando y dejando en claro qué es lo que se está haciendo y los por qué de la necesidad de no ventilar determinados pasos que hacen a la causa. De lo contrario se da lugar a que otros personajes ganen la escena y entorpezcan y confundan a la opinión pública. 

La tensión lógica entre prensa e investigadores puede convivir con reglas claras y responsabilidad, dependerá de un aprendizaje de todos para que no sigan ganando siempre los malos. 



Fuente: Nota de la Voz de Tandil del domingo 4/09/11

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