domingo, 13 de marzo de 2011

Vida Sana: Desde Tandil a Valdivia (Chile) en bicicleta...



La travesía, que fue desde Tandil hasta Valdivia, duró 29 días en los cuales Iñaki Rossi y Nicolás Cisneros tuvieron una experiencia única. Ambos pudieron demostrar que “todo se puede hacer con fuerza de voluntad y ganas”.


Iñaki Rossi y Nicolás Cisneros, dos estudiantes tandilenses, se embarcaron, el 11 de enero pasado, en una travesía que duró 29 días, en la cual viajaron en bicicleta desde Tandil al Balneario de San Cayetano, en la Provincia de Buenos Aires hasta la ciudad de Valdivia, en Chile. 
El viaje sólo se realizó en bicicletas mountain bike y se extendió aproximadamente unos 1500 kilómetros de distancia. Si bien no hubo un objetivo más allá que el de llegar a la ciudad del país vecino y unir “dos océanos”, el mensaje del viaje es que “todo se puede hacer con la fuerza de la voluntad y con ganas”. 
El viaje finalizó el 7 de febrero, cuando los ciclistas tocaron el agua del océano Pacífico en las playas de San Ignacio, de la ciudad de Valdivia. 
Los chicos aclararon que no son ciclistas y que la idea surgió en agosto cuando estaban cenando y se les ocurrió hacer un viaje a Chile en bicicleta, como un medio no convencional, que les podía “dar otro tipo de experiencia” respecto a la que podrían tener con un auto o a caballo. 
“Nos conocemos hace mucho tiempo y siempre tuvimos la idea hacer un viaje que signifique mucho para nuestras vidas”, explicó Iñaqui Rossi en diálogo con El Eco de Tandil. 
“Al principio sonaba un poco loco pero creímos que si realmente teníamos las ganas y la voluntad, lo podíamos hacer”, agregó. 
Los chicos se hicieron remeras fluorescentes con la inscripción “dos océanos” para ser más visibles en la ruta y de esa manera no correr riesgos. 
“La bici en la que fui fue la primera que tuve, la acondicioné un poco, pero es una bicicleta común. Lo más lejos que había ido en este medio fue de Tandil a Gardey”, contó Nicolás Cisneros.
“Paramos en distintos lugares porque no lo veíamos como una carrera, sino como una experiencia tranquila que íbamos disfrutando a medida que iba pasando. La idea era disfrutarlo y poder conocer los distintos lugares culturalmente”, relató. 
Cada cuatro o cinco días se tomaban un descanso de medio día, dependiendo del cansancio que tenían y tuvieron oportunidad de estar en una murga y conocer una comunidad mapuche, entre otras experiencias interesantes. 

Mente sana

Rossi aseguró que “lo más duro fue el viento en contra” y su compañero explicó que todo el viaje lo realizaron con viento del oeste que iba desde el Pacífico hacia el sector donde ellos estaban transitando. 
“Los primeros días son más de acondicionamiento y te vas adaptando a la bicicleta, al terreno porque lo que tiene la bici es que vos sos tu campamento, llevás todo en ella, no dependés de un lugar ni de nada. Teníamos comida para dos o tres días porque también sabíamos que íbamos a pasar por distintas ciudades para reabastecernos”, contó.
“Algo que nos pasó es que no nos agitábamos hasta que terminábamos tirados pero nos cansábamos. Siempre supimos que el viaje era fundamentalmente un trabajo mental, un 70 por ciento de haber trabajado la cabeza y un 30 el físico”, relató.
“Teníamos que adaptar nuestra cabeza al frío, al no poder llegar o al mantenerte motivado, porque eran muchas horas arriba de la bicicleta. Llegamos a estar 7 horas continuas en la bicicleta y era siempre trabajar la cabeza para tirar para adelante”, agregó. 
Cuando finalmente, luego de 29, días el miércoles 8 llegaron a Valdivia y así cumplieron uno de los objetivos del viaje que era tocar los dos océanos, el Atlántico y el Pacífico, vieron su sueño hecho realidad. 
“El propósito era ponerse a prueba, ver las capacidades, o ver si tu voluntad es tan fuerte como para lograr algo que parece bastante loco”, explicó Rossi.  

La solidaridad

“Nada es imposible hasta que no lo intentás. Nos pasó que mucha gente nos dijo: ‘Ustedes están locos, con esa bici no llegás a ningún lado’. Pero pudimos demostrar que en verdad, con voluntad, podés.  Es cuestión de focalizarse, de querer”, remarcó Cisneros.
Además, destacaron que la bicicleta fue la “puerta de entrada a muchísima gente y lugares” y explicaron que a todos “les llamaba la atención que unos chicos se fueran tan lejos en bicicleta”. 
Mucha gente les abrió la puerta de sus casas, los invitó a dormir y los auxiliaron en momentos que estaban “tirados en la ruta”. 
“En los momentos en los que necesitábamos ayuda, siempre alguien nos dio una mano”, aseguró Rossi. 
“La gente nos abría la puerta con tanta confianza y uno no está acostumbrado a eso. Todo el tiempo hubo gente así en el recorrido”, aseguró Cisneros. “La gente de Chile es muy hospitalaria, nos trataron bárbaro”, aseguraron. 
“Si hubiésemos ido en auto muchas cosas no hubiésemos conocido como, por ejemplo, las historias de vida. En la bicicleta sentís el olor, ves si pasa una liebre, ves alguien izando la Bandera a la mañana. Por eso apostamos a hacer un viaje así”, indicó Cisneros.
“Estamos muy contentos de haber podido llegar porque es mucho sacrificio, hay muchos momentos que son duros, con viento en contra y mucho calor. En un momento íbamos a 5 kilómetros por hora por el viento”, agregó. 
Estuvieron cuatro días en Chile y la familia de Iñaqui los fue a buscar porque ya tenían que comenzar con el estudio, ya que ambos son alumnos de la Universidad del Centro. En el caso de Iñaqui Rossi estudia administración de empresas y Nicolás Cisneros gestión ambiental.
“Lo que más me gustó de esta experiencia es la gente, que siempre nos ayudó y nos abrió las puertas”, concluyó Rossi.
Los chicos aseguraron que volverían a hacer un viaje de este estilo pero a un lugar diferente porque “lo que te motiva a seguir es que no conozcas bien el recorrido”. *



Fuente: Foto y Texto El Eco de Tandil

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