martes, 10 de agosto de 2010

Slow Food: comer despacio está de moda...


En los orígenes del movimiento se buscó educar el gusto y encontrar el placer en la alimentación, que nada tiene que ver con la gula o la sobrealimentación. Al igual que se aprende a reconocer los colores o se logra distinguir las notas musicales, la pretensión inicial de "comer lento" fue reconocer las variedades alimentarias con el claro propósito de estimarlas. La calidad de los productos que se encuentran en las cadenas de alimentación está probada científicamente, pero establecer una sana relación con la comida es más fácil si se valoran las características de los alimentos para dotar de placer el encuentro con ellos.
Alimentarse no es sólo cumplir con una obligación, un trámite o una necesidad, alimentarse puede ser un momento de disfrute, una pausa entre las obligaciones, un punto de encuentro con uno mismo. Esto mantiene el "slow food". ¿Cómo lograrlo? Disfrutando de un tomate de huerta en verano o del plato típico de una región, interesándose por su nombre, su procedencia y su técnica culinaria. Son sólo dos ejemplos.

Reconocer el sabor

La historia, la cultura, la geografía están encerradas en las recetas tradicionales y en las más modernas. Las características de una región, de sus productos y de sus gentes se trasladan a la mesa y adquieren un sabor que se hace patrimonio de la gastronomía que se degusta. Con el fin de disfrutar del gusto de los alimentos de antaño, el movimiento ha creado el"Arca del gusto", un catálogo que incluye alimentos en peligro de extinción de todo el mundo. Tiene el objetivo de descubrir, catalogar, describir y dar a conocer los sabores olvidados. En él han registrado más de 750 productos olvidados de distintos países del mundo, entre ellos 62 españoles. Se hace referencia a numerosos vegetales, cereales, algunas frutas y legumbres, diversas especies de pescado, distintos quesos, vinos y licores tradicionales.
La sabiduría de la cocina, de la huerta y de los establos es particular, incluso los utensilios, las técnicas y el menaje responden a una singularidad. "Slow food" aboga por encontrar ese sabor heredado y apuesta por traspasarlo al futuro. Este movimiento y otras corrientes análogas ayudan a dar valor a lo pequeño y clásico que en tiempos pretéritos fue denostado, y que en el siglo XXI se ha revelado como una defensa a la biodiversidad de las especies de cultivo y de las salvajes

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