Publicado por habitués en Mayo 7, 2010
Macri prometió abrir el Colón para el Bicentenario y cumplió. Debía cumplir. Le urgía cumplir. Necesitaba imperiosamente cumplir. Ante la casi total inercia de su gestión y de los diversos cuestionamientos que se le hacen desde diversos sectores, la apertura del Colón era casi su única carta de triunfo para mostrar la efectividad de su gestión. Sabemos que los medios pueden hacer maravillas a partir de un único dato. ¡Imaginate lo que podrán hacer con todo un teatro!.
Anoche estuve en una función especial con la Coral dirigida por Vieu y pude apreciar el resultado final del trabajo en la sala, foyer y salón dorado. El Colón está limpio, tan limpio como nunca debe haberlo estado, tan limpio que parecía un aviso de televisión de algún producto de poderosa limpieza profunda, tan limpio que el exceso y brillo de los dorados podrían casi cegar. No sé si fui claro. El Colón está limpio, pero por lo que respecta a lo que se ve,sólo eso: limpio. Lo viejo sigue mostrándose viejo y en aquellos lugares donde no se pudo limpiar no se restauró. No sé que se hizo dentro, pero dos años y cuatro meses para sólo limpiar me parece un despropósito –uno más cargado a la cuenta de aquellos que no toman conciencia de que están para servirnos y no para que les banquemos sus caprichos o aspiraciones políticas-.
Hasta aquí todo entra dentro de lo anecdótico y pasaría por ser otra avivada más de otro gobierno que no pasará a la historia. Lamentablemente Macri pasará –por más que le tire la pelota a gestiones anteriores- como el jefe de gobierno –la minúscula es adrede- que reabrió el Colón. Y más aún, el que le jodió la acústica. Sí la vieja y casi mágica acústica del Colón no existe. Ese peculiar redondeo del sonido, esa extraña cualidad que no encontré en ningún otro lugar del mundo de embellecer lo que suena no estuvo presente. Estando sentado en platea al fondo del extremo izquierdo -uno de las mejores ubicaciones para apreciar la orquesta- pude comprobar que el sonido es bastante brillante y seco –un poco como el del Avenida-.
Además los distintos sectores de la orquesta no amalgaman y, por lo tanto, suenan como yuxtapuestos y hay un cierto desbalance a favor de la mitad izquierda de la orquesta –con respecto a mí- que no debería existir a partir de la décima fila cuando mucho. Me dijeron que era muy probable que esa fuera la acústica “original” y que en las pruebas no se registran problemas de ningún tipo. O sea que un aparato o los cálculos de un ingeniero invalidan los hechos. Además varios de los intérpretes me comentaron que el retorno al escenario fue diferente durante el ensayo –con la sala vacía- y la función. Y esto no ocurría antes.
No te escribí ayer porque la indignación, la bronca y la angustia me habrían hecho desbarrar. No encontré a un solo músico que haya estado en el escenario ni a una solo autoridad que lo ignorase y lo peor es que nadie se lamentó. Presentan varias y vagas explicaciones y algunos demostraron una supina ignorancia diciendo que no hay lugares sordos, ¡como si se tratase de eso!. Lamentablemente nuestra tilinguería cultural –que es demasiada-, los nuevos ricos y buena parte del infame y venal periodismo top aplaudirán la reapertura sin ningún tipo de cuestionamiento y Macri se llevará su carta de triunfo. Pero a nosostros –al público, a los contribuyentes, a los dueños del teatro- y a la posteridad nos jodieron la acústica, nos jodieron el Colón.
Un abrazo,
Roberto Blanco Villalba
(Docente, compositor, musicólogo y crítico musical. FM Radio Cultura)
Anoche estuve en una función especial con la Coral dirigida por Vieu y pude apreciar el resultado final del trabajo en la sala, foyer y salón dorado. El Colón está limpio, tan limpio como nunca debe haberlo estado, tan limpio que parecía un aviso de televisión de algún producto de poderosa limpieza profunda, tan limpio que el exceso y brillo de los dorados podrían casi cegar. No sé si fui claro. El Colón está limpio, pero por lo que respecta a lo que se ve,sólo eso: limpio. Lo viejo sigue mostrándose viejo y en aquellos lugares donde no se pudo limpiar no se restauró. No sé que se hizo dentro, pero dos años y cuatro meses para sólo limpiar me parece un despropósito –uno más cargado a la cuenta de aquellos que no toman conciencia de que están para servirnos y no para que les banquemos sus caprichos o aspiraciones políticas-.
Hasta aquí todo entra dentro de lo anecdótico y pasaría por ser otra avivada más de otro gobierno que no pasará a la historia. Lamentablemente Macri pasará –por más que le tire la pelota a gestiones anteriores- como el jefe de gobierno –la minúscula es adrede- que reabrió el Colón. Y más aún, el que le jodió la acústica. Sí la vieja y casi mágica acústica del Colón no existe. Ese peculiar redondeo del sonido, esa extraña cualidad que no encontré en ningún otro lugar del mundo de embellecer lo que suena no estuvo presente. Estando sentado en platea al fondo del extremo izquierdo -uno de las mejores ubicaciones para apreciar la orquesta- pude comprobar que el sonido es bastante brillante y seco –un poco como el del Avenida-.
Además los distintos sectores de la orquesta no amalgaman y, por lo tanto, suenan como yuxtapuestos y hay un cierto desbalance a favor de la mitad izquierda de la orquesta –con respecto a mí- que no debería existir a partir de la décima fila cuando mucho. Me dijeron que era muy probable que esa fuera la acústica “original” y que en las pruebas no se registran problemas de ningún tipo. O sea que un aparato o los cálculos de un ingeniero invalidan los hechos. Además varios de los intérpretes me comentaron que el retorno al escenario fue diferente durante el ensayo –con la sala vacía- y la función. Y esto no ocurría antes.
No te escribí ayer porque la indignación, la bronca y la angustia me habrían hecho desbarrar. No encontré a un solo músico que haya estado en el escenario ni a una solo autoridad que lo ignorase y lo peor es que nadie se lamentó. Presentan varias y vagas explicaciones y algunos demostraron una supina ignorancia diciendo que no hay lugares sordos, ¡como si se tratase de eso!. Lamentablemente nuestra tilinguería cultural –que es demasiada-, los nuevos ricos y buena parte del infame y venal periodismo top aplaudirán la reapertura sin ningún tipo de cuestionamiento y Macri se llevará su carta de triunfo. Pero a nosostros –al público, a los contribuyentes, a los dueños del teatro- y a la posteridad nos jodieron la acústica, nos jodieron el Colón.
Un abrazo,
Roberto Blanco Villalba
(Docente, compositor, musicólogo y crítico musical. FM Radio Cultura)
Fuente: Habitúes del Teatro Colón
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