viernes, 14 de octubre de 2011

Esperando el 17 de Octubre:J. C. Torre: “Hay un peronismo permanente y otro contingente”


El sociólogo analiza el fenómeno kirchnerista y asegura que la dinámica política de los próximos años estará en el peronismo.
Profesor emérito en la Univeridad Di Tella y autor de varios Libros fundamentales para entender la Argentina de la segunda mitad del Siglo XX, Juan Carlos Torre habló con el estadista y analizó las Características del kirchnerismo dentro del entramado peronista. Por qué el peronismo puede ser casi un sistema de partidos en sí mismo y los que hacen banco para 2015.
Mucho se debate sobre la naturaleza del kirchnerismo, si es una nueva etapa del peronismo, si es un movimiento independiente… ¿cómo lo ve usted?
El peronismo se sostiene sobre un electorado fiel, contra viento y marea, cualquiera sea la oferta desde el vértice peronista y que nunca está por abajo del 35% de los votos. Ese peronismo podemos caracterizarlo como el “peronismo permanente”. Ahora bien, a él se suma lo que el peronismo obtiene cada vez que, con esa agilidad que le es propia, se sintoniza con el clima de la época, y es lo que yo llamo el “peronismo contingente”. Este peronismo sabe, sobre el telón de fondo del otro, capturar el clima de la época y ampliar su universo de adhesiones. Porque el peronismo sólo no puede ganar una elección, ahora ni nunca. Siempre lo ha hecho, y debería hacerlo, con otra cosa, con otras alianzas. ¿Y qué es esa otra cosa? Un electorado flotante que está sintonizado con el clima de época. Y así tuvimos el peronismo contingente versión Menem, que se desarrolló sobre un peronismo permanente con una base social que permaneció inalterable en cuanto a su identificación con algunos items como participación del Estado. Y así tenemos ahora el peronismo de Kirchner, que se desarrolló sobre el mismo sustrato de electorado pero agregándole una lectura de los tiempos políticos poscrisis de 2001 a nivel nacional y en sintonía con la región a nivel internacional. Así se han montado los contingentes de Menem y Kirchner sobre el peronismo permanente. Hubo en los ’90 un viento de época, sobre el que se asentó Menem, así como hay, desde hace años, una onda pos ’90 en América Latina, que adoptó Kirchner. El no fue un exótico, como no lo fue Menem.
¿Entonces ese sustrato se mantiene inalterable sea cuál fuere la orientación de la contingencia?
El peronismo permanente remite a una tradición estatista y redistribucionista, pero que culturalmente es muy conservadora. Incluso durante la presidencia de Menem esa identificación siguió constante, pese a que desde el vértice del poder se obraba en dirección opuesta. Duhalde es un típico caso de este peronismo permanente, por ejemplo. Ese peronismo está ahí, es una reserva electoral y de ahí se nutren los peronistas de época. En ese sentido, el peronismo tiene una ventaja superior sobre cualquier otro partido de la Argentina, y es su gran agnosticismo ideológico. Un partido que no tiene su mochila cargada de ideologías, lo que le da más libertad para moverse con soltura en una y otra dirección, pero que cuando comienza a caminar con su mochila cargada comienza a hacerlo con paso cada vez menos ágil, y esto pasa con los que quieren eternizar el peronismo contingente, y que no se dan cuenta que son un momento.
¿Es un riesgo para el kirchnerismo?
Puede pasar que el peronismo actual, que es el kirchnerismo, quiera caminar con una mochila cargada, pensando que este es el momento definitivo del peronismo. Y ahí comienza la creación de una teoría, una leyenda, todas formas con las que el peronismo contingente busca ser más permanente.
¿Puede hacerlo?
No por ahora. El peronismo permanente no respira a Hebe de Bonafini, no respira una cosa muy antagónica. No la veo en la idiosincrasia peronista. Es un peronismo posabrazo Perón-Balbín, que nos ha dejado un peronismo de la convivencia, no del antagonismo. Y por eso mismo también es permanente.
Y los sindicatos ¿qué lugar ocupan en esta tensión entre los dos peronismos?
Una parte fundamental del peronismo permanente son los sindicatos, mucho antes que Perón y Balbín se abrazaran, ya eran parte del esquema de poder en la Argentina. El sindicalismo peronista es una de las cosas más expresivas del peronismo permanente. El solo hecho de ver gente que desde hace 20-30 años que está ahí, no son aves de paso, son dirigentes permanentes que se han ido sosteniendo en cada una de las contingencias. Más allá de sus negocios y métodos patoteros, están sostenidos por una clase trabajadora que rara vez los cuestiona.
Esto pone en evidencia su capacidad de permanecer, más allá de las eventuales tensiones, como ha sido recientemente el armado de listas, por ejemplo…
Es que el peronismo permanente, además de su continuidad que es toda una cualidad, sabe sobrevivir a las contingencias con una actitud prudente, que es “si no me tocan, que hagan su vida”. Donde puede haber chispazos es cuando aparecen operaciones de sustitución no hay pretensión de invasión de territorio, como se insinuó hace poco. Pero hay que tener en cuenta que los que quieren invadir el espacio del peronismo permanente, o sea los enviados del peronismo contingente, son gente sin recorrido que cae en paracaídas, no es un movimiento de abajo como fue en su momento el sindicalismo clasista cordobés, que sí pudo poner en aprietos al sindicalismo peronista clásico. Acá los paracaidistas que quieren ganar lugares en las listas vinieron todos mandados del vértice, pero no van a poner en riesgo al peronismo permanente, que lo que pide es “vivir y dejar vivir”. A Menem, por eso, lo dejaban privatizar, hacerse amigo del FMI, mientras siguiera mandando recursos. Y esa misma preocupación tienen ahora con el kirchnerismo.
¿El kirchnerismo debe, entonces, seguir dependiendo de la alianza con esa ‘nueva vieja guardia sindical’?
El kirchnerismo no tiene una facción sindical. Los moyanistas y los antimoyanistas no son kirchneristas. Muchas veces el sindicalismo se dividió en torno al “qué hacer”, colaborar o no con el gobierno de turno. Y tras diez años de kirhcnerismo no han creado aún un sindicalismo adicto. Sí hay dirigentes cercanos, pero no hay algo como lo que genera en los jóvenes o en otros sectores. No han creado una facción, como tampoco tienen un movimiento social propio, son archipiélagos. Ha habido una dificultad a arraigar el kirchnerismo el aire de este peronismo contingente y queda como un estado de ánimo, muy expresivo sí en sectores muy vocales, pero esta experiencia muestra que los peronismos contingentes no logran crear cría que los sobreviva cuando se pasa su cuarto de hora.
¿Y el kirchnerismo puede dejar cría en 2015?
Este ciclo, como tantos otros que lo precedieron deberá ceder, ¿y qué tendremos adelante? Otra mutación peronista. Es decir, de nuevo el peronismo, leyendo el viento de época, comenzará a cerrar el dossier del gesto airado de la ruptura con los poderosos del identikit K. Y por eso comienza a verse cómo varios peronistas se preparan “haciendo banco” y manteniendo la llama de un peronismo más convencional. Scioli, Urutubey, Massa son ejemplos de eso. El peronismo cuenta con gente joven que está en condiciones de hacer el relevo.
¿Entonces, a la oposición le queda resignarse y esperar una nueva renovación dentro del peronismo?
El peronismo tiene el problema del cambio de liderazgo cuando está en el cenit. Ya pasó con Menem en el ’99. Ahí es cuando justo aparece una alternativa, con las crisis mal resueltas en el peronismo. Y ahí se puede dar un interregno en el que aparezca la oposición, en la teoría, porque en el ’99 había una formidable alternativa, pero hoy no la hay. Es una disputa por el liderazgo que tiene el peronismo que no tiene ningún otro partido. Alfonsín lo perdió cuando murió, no tuvo rivales internos de peso. Malamud lo escribió: el ciclo biológico no marca la pauta del fin del liderazgo peronista, hay disputas internas que sólo se ven allí.
¿Puede haber disputas importantes entonces por ese cambio de liderazgo?
En esta transición de un peronismo contingente a otro peronismo contingente puede haber un problema de  timonel. Uno no hace renovaciones de peronismo desde abajo, siempre vienen desde el vértice esas decisiones. Hoy en día en el peronismo los cañones apuntan al 2015, pero en el estado en el que está la oposición es difícil que funcionen. Por eso la figura de Cristina seguirá siendo de mucha importancia para 2015.
Cobra actualidad su hipótesis del peronismo como sistema de partidos en sí mismo…
Ahora, el peronismo sí va a ganar las elecciones y el peronismo triunfante se va a convertir en algo con muchas de las características de un sistema político en sí mismo. Esa alternativa externa de poder en 1999 hoy no aparece, la oposición está diluida. La dinámica política se va a instalar en el peronismo tras las elecciones. Si la oposición institucional no logra ser la oposición real, como ahora que está diluida y perdida, la dinámica se va a trasladar adentro del peronismo. Se vive más pendiente de las convivencias dentro del peronismo y con Scioli y los gobernadores que con la oposición. Va a haber más ruido en la gran familia peronista que en la relación oficialismo-oposición institucional.
¿Y la oposición dentro del peronismo?
Las tensiones están opacadas. Ante una candidata tan fuerte como Cristina ahora, ¿qué sentido tiene confrontar? Hoy la consigna del peronismo es “desensillar hasta que aclare” bajo el kirchnerismo, básicamente porque hoy Cristina no es desafiable. Hoy en día lo que paga es lo que el kirchnerismo expresa en el Gobierno. Y eso es kirchnerismo, sí, pero más el peronismo y más una sensación de prosperidad que hay en el resto. Si esa sensación comienza a complicarse quizás se produzca el desencanto.
¿Se corre riesgo de un peronismo hegemónico?
Muchos hablan y crean un clima de concentración de poder, y uno lo ve en la prensa opositora, con los periodistas que quieren que uno ratifique con cierta autoridad qué tiene lo que ellos piensan y es que estamos en las vísperas de cosas horribles. Y la sociedad argentina no es tan plástica como para encuadrarla dentro de un eventual sueño hegemónico. A estos temores no les veo que tengan una raíz, ni un fundamento muy sólido. La Argentina es un cementerio de proyectos hegemónicos. Todo el mundo tiene su cuarto de hora, en eso la Argentina ha sido “generosa” con varias expresiones políticas, pero no mucho más. Está en la ambición de todo proyecto político durar, pero a esa duración muchas veces no la determinan ellos, si no las circunstancias.
¿Y cómo imagina el tránsito de Cristina por el futuro Gobierno como líder de un peronismo fortalecido pero que será a su vez su principal oposición?
Cristina va a ganar, y el 10 de diciembre va a ser su día más glorioso porque después se le vendrán tiempos más complicados. Habrá que estar atento a los desequilibrios económicos del mundo. Mucho se habla ahora, por ejemplo, del “acuerdo económico social”. Pero esos acuerdos implican en su sola palabra las primeras evocaciones de algo que se escapa de las manos. Su sola mención es un diagnóstico de que hay cosas que cambiar o procesos que frenar.
¿Hay que esperar ciertos cambios en las políticas del Gobierno?
El Gobierno sabe que las cosas vienen complicadas, pero no insalvables, y esa luz se tiene que terminar de encender el 10 de diciembre. Y van a tener que poner a prueba un talento que este Gobierno no ha terminado de exhibir porque ha gobernado un país con una situación externa favorable. Este país próspero pudo ser gobernado por rústicos como De Vido o Moreno, que han sido extraordinarios en lo suyo, sí, pero para lo que viene por delante va a requerir una tecnología un poco más avanzada que estos hombres rústicos.

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