Pero, ¿qué ha pasado desde la firma del Protocolo de Kioto? Por un lado, que existen cada vez más evidencias científicas de las repercusiones del cambio climático, lo que ha provocado más concienciación ciudadana y un mayor consenso geopolítico.
Este quórum tiene, además, dos actores nuevos: primero, una nueva Administración en EEUU, la de Barack Obama, más favorable a la medidas medioambientales que la que había en 1997, bajo George W. Bush. Segundo, China es la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), con el 24% del total frente al 23% de EEUU, el 6% de Rusia o el 1% de España.
El problema es simple: el planeta puede permitirse, sin llegar al desastre, unas emisiones de 7 gigatoneladas, una cifra astronómica y difícil de comprender por su dimensión. La traducción es que los países desarrollados tienen que reducir su contaminación un 30% en 2020 y un 50% en 2050, respecto a la que había en 1990. En caso contrario, la temperatura del planeta subirá dos grados centígrados, con los consecuentes problemas ecológicos, sociales y económicos. Las negociaciones en Copenhague girarán alrededor de este peligroso umbral.
¿Cómo es el acuerdo ideal que busca la cumbre? La prioridad es establecer unos objetivos ambiciosos de reducción de emisiones en los países industrializados para 2020, así como planes para las regiones en vías de desarrollo. Además, la ONU aspira a fijar un sistema de financiación de transferencia y adaptación al calentamiento global entre ambos extremos económicos y sociales del planeta.(leer más...)
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