Acabo de volver de la manifestación, demasiado cansado y con mucho frío a causa del agua que nos han echado. Pero todo eso no importa, lo que vi debe ser contado y transmitido entre la gente. Lo que he presenciado hoy ha sido una serie de sorpresas impresionantes, muy impresionantes.
La primera sorpresa fue la cantidad de gente que había, tal y como se vio por la televisión. Todo el mundo se creía que iba a ser el único en salir a la calle; pero no fue así.
La segunda sorpresa fue que la mayoría de los que estaban fuera eran jóvenes, jóvenes de hoy en día, de los que usan el Facebook; se les veía que disfrutaban de una situación relativamente holgada. También había mucha gente de distintos oficios: he visto compañeros míos de la facultad a los que no había visto en diez años. Me llamó la atención que salieran a la calle personas que aparentemente no lo estaban pasando tan mal como el resto del pueblo egipcio.
La tercera sorpresa fue que pese a que la mayoría de la gente eran jóvenes, también hubo mucha gente mayor y señoras cincuentonas andando a paso lento muchos de ellos, incluso algunos salían con sus hijos.
La cuarta sorpresa fue que nos acompañaban chicas, o para ser más concreto, había más chicas que chicos en nuestro grupo. Eran chicas muy educadas, esas que ves por la calle y piensas que son de buena cuna y crees que nunca pasean solas por las calles. Pero eran chicas muy valientes y tan fuertes como los mejores hombres allí presentes. Aquello me llamó la atención.
La quinta sorpresa fue temíamos que alguien incordiara a las chicas que iban en nuestro grupo; pero no fue el caso. Todo el mundo fue muy respetuoso, cuidando especialmente a las chicas. (Eso indica que las molestias que sufren las chicas en general cuando van por la calle son por parte de personajes infiltrados de Interior).
La sexta sorpresa fue que no hubo violencia, para nada! Cuando la gente empezó a atacar las patrullas de la Seguridad Central que nos habían atacado con chorros de agua, todo el mundo empezó a gritar: “marcha pacífica, pacífica, pacífica”.
La sexta sorpresa fue que no hubo violencia, para nada! Cuando la gente empezó a atacar las patrullas de la Seguridad Central que nos habían atacado con chorros de agua, todo el mundo empezó a gritar: “marcha pacífica, pacífica, pacífica”.
La séptima sorpresa fue que cuando la marcha llegó a la Plaza de la Liberación y allí se instaló, hubo gente que empezó a limpiar restos y basuras, para que la gente se entere que somos un pueblo civilizado.
La octava sorpresa fue que al mirar a mi alrededor, me di cuenta de que efectivamente eso estaba limpio!
La novena sorpresa que me llevé fue cuando una de las chicas que iban con nosotros y la cual yo no conocía, empezó a jurar por el Corán y por su Profeta. Lo curioso es que luego me enteré que esa chica era cristiana; pero eso no importó. Y no importó porque al fin y al cabo todos amamos nuestro país y gritamos para que esté mejor. No importan esas pequeñas diferencias.
La décima sorpresa fue el grado de orgullo y satisfacción que uno siente cuando grita con todas sus fuerzas en nombre de Egipto; “Gran aplauso para Egipto, gran aplauso...” Gritas el nombre de tu País, el País que siempre soñaste vivir en él para el resto de tu vida, sin que nadie te tilde o que tú mismo te tildes de sensacionalista o de loco. Y finalmente anuncias que amas a tu País y sin ningún asomo de vergüenza!
La undécima sorpresa fue que en medio de todo el miedo y la preocupación por lo que pueda hacer los aparatos de Seguridad, alzas la mirada al cielo y con otras veinte o treinta mil almas gritas: “¡Allah es grande. Oh, Dios! y te quedas satisfecho, tranquilo, porque Le has vitoreado, y porque sabes que El te hará vencer. Y ya lo hizo. ¡Gracias, oh, Dios!
La decimo tercera sorpresa que me llevé fue que me di cuenta de que los jóvenes de Egipto son de lo mejor, y sin exagerar: son caballerosos, valientes, amantes de su país, muy conscientes y con Dios en su corazón.
La decimo cuarta fue que los mayores gritos que la gente aclamaba al unísono fueron aquellos dirigidos a Mubarak y al Régimen. Los jóvenes son muy conscientes y saben perfectamente cuál es el problema. Los otros gritos no tenían tanto entusiasmo.
La decimo quinta sorpresa que me llevé fue que vimos a Ibrahim Issa llevado a hombros de los manifestantes con un amor puro y claro. También me encontré con Nawara Negm, la saludé y vi cómo en sus ojos había lágrimas de felicidad de la belleza del acto que estaba presenciando. Efectivamente, el que es respetuoso lo es en todos los niveles, y aquél que obedece a Dios y no a sí mismo, Dios le guía y le guía muy bien.
La decimo sexta sorpresa fue que abordamos Giza, y siempre que intentaron pararnos, nosotros, con todos los que éramos, nos abríamos paso: pasamos por la avenida Mustafa Mahmoud, por la de la Liga Árabe en ambos sentidos, por la avenida del Héroe Ahmed Abdelazeez, por la Plaza Duki, por la avenida de la Liberación, por Ópera llegando a la Plaza de la Liberación.
A menudo sentía miedo a que me pasara algo, pero no hay otra opción. Tenemos que luchar contra la injusticia. Dios nos manda luchar contra todas las injusticias... Él no nos creó sólo para adorarle y para disfrutar de sus virtudes; Dios nos creó para habitar la Tierra y para usar todas sus Bondades para luchar contra los injustos y también para difundir la Justicia. Desde siempre Nos dijo que nuestras vidas dependen tan sólo de Él, sólo tenemos que mostrar nuestra voluntad, Él ya nos ayudará.
Tienes que romper con el miedo y unirte a aquellos que defienden la Justicia, musulmanes y cristianos. ¿Acaso no sueñas con que nuestros hijos crezcan en una Patria, y que desarrollen grandes proyectos en grandes universidades, o que escriban un complejo libro? Siempre será mejor que esta vida que nos consume, y el trabajo que nos atonta; sí, porque desempeñamos trabajos triviales, porque el que tiene un doctorado sabe perfectamente que cualquiera de fuera es mucho mejor que él; o que un ingeniero como yo no sueña siquiera en crear algo complejo, todas sus tareas se reducen a hacer cosas que ya se han hecho antes mil veces, salvando pequeños detalles sin importancia. Y si alguien quiere conseguir dinero, tiene que dedicarse al comercio o al marketing. O como aquellos profesores de universidad que saben perfectamente que aquello que están impartiendo está ya más que visto y que es casi inútil, y aunque tengan un buen grupo, saben perfectamente que sus alumnos no aplicarán en su trabajo ni la mitad de lo que aprenden en las aulas. Saben perfectamente que si el día de mañana sus alumnos trabajasen, lo harían en algo banal, tal y como lo hacen ellos. No tenemos la NASA, ni Harvard, ni Cleveland, ni tampoco disponemos de un MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts); hay que olvidarse de todo eso.
Cuando miro a mi hijo de un mes pienso que aun dándole una buena educación, probablemente acabará como yo, preocupado por tanta repugnancia existente. Probablemente, también se asociará a algún movimiento, para así desahogarse y entonces, sólo Dios sabrá qué es lo que le podrá ocurrir. También está la opción de educarle de cualquier manera, y entonces probablemente será un delincuente o pertenecerá a algún partido nacionalista o a lo mejor emigre y entonces le veré sólo una vez por año. Pero también está la opción de ponerme manos a la obra y construir para él un país digno.
Dicen las noticias que la Seguridad ha conseguido vaciar la Plaza de la Liberación de los manifestantes. Personalmente no sé qué es lo que va a ocurrir mañana, o pasado o después de un mes. Esa gente es como nosotros, se manifiestan porque la injusticia duele y hace daño. Hay gente que murió, otra que fue arrestada; pero seguirán adelante porque la Libertad y la Dignidad saben muy bien. ¡Sal y únete a ellos, únete a la Justicia, ya sea en la Plaza de la Liberación o en cualquier parte! No te olvides que todo está en manos del Señor, tu riqueza, tu salud, tu vida. Y tampoco te olvides de que todos aquéllos que dieron sus vidas en las manifestaciones, hoy son mártires. Probablemente hubiesen muerto en el mismo momento en un accidente tonto, o por cualquier estúpido motivo por el cual muere la gente en Egipto.
La última sorpresa que me quedó por mencionar, ustedes perdonen, es que Egipto es un país respetuoso, con un pueblo vivo, y se revoluciona por su Dignidad. Recientemente apareció la imagen de este pueblo en Al-Jazeera mientras gritaba abierta y directamente: !El pueblo quiere derrocar el Régimen! (fuente: webislam)
No hay comentarios:
Publicar un comentario