domingo, 27 de septiembre de 2009

Lunghinato encaprichado: Desatinos de una gestión municipal






Por Fermín Daguzán, de la Redacción de El Eco de Tandil


Como si se tratara de una película proyectada hasta el cansancio, la ciudad asiste por estas horas a las imágenes clásicas que obedecen a un guión más bien gastado.
La puja salarial entre empleados municipales y trabajadores de la salud con el Gobierno no representa ninguna novedad en términos de fondo ni mucho menos de estética.
La negativa de la gestión a estirarse más allá de lo que ha ofrecido y a brindar gestos que serían bien vistos en épocas de mishiadura surge nítida como una postura oficial que hasta ahora parece irreductible.
La legítima insistencia de los empleados -con internas de por medio, claro- se muestra como una consecuencia lógica en el marco del tire y afloje general.
Ahora bien, algunos retoques incorporados a las repetidas argumentaciones no hicieron otra cosa que crispar aún más los de por sí caldeados ánimos peticionantes. La guardia policial en el palacio, por caso, pareció algo desmesurada para reforzar la idea de que no habrá diálogo con medida de fuerza de por medio.
Ni qué decir de lo sucedido el viernes en el Comité Radical. Aquí sí que Lunghi y sus laderos erraron de lo lindo. Hoy por hoy, no hay nada para festejar. Ni siquiera triunfos pasados.
La idea de una convocatoria en tal sentido habla de un desatino mayúsculo, casi de una peligrosa disociación con la realidad. Se interpretó, por parte de los trabajadores, como una auténtica provocación. Y de algo de esto debían ser conscientes los organizadores, porque de otro modo no se entiende un nuevo llamado a los custodios del orden.
Mientras tanto, la mayoría de los vecinos repasa perpleja la continuidad de escenas que lo afectan en su quehacer cotidiano. La ciudad volvió a quedar como rehén de otra puja. Sumida en la basura que, esta vez, no pudo ocultarse bajo la alfombra.(fuente: El Eco )

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