domingo, 21 de septiembre de 2008

Preparando la Primavera en Normal y Comercio

Fue una mañana de trabajo conciente con un final de algarabía. Como todo aquello que tiene que ver con la adolescencia y los primeros años de la juventud. La llegada de la estación paradigmática de la eterna juventud, moviliza a la sociedad. Como dicen las abuelas, es la época en que “se revuelve la sangre”, en una elipsis idiomática que todo el mundo entiende perfectamente a que se están refiriendo esas mamás con más experiencias que años a cuesta. En la “manzana educativa”, es decir, en esa geografía urbana que abarca Santamarina, Marconi, Mitre y 4 de Abril, las dos escuelas secundarias-Comercio y Normal- decidieron avanzar en un proyecto de convivencia y articulación entre ambas instituciones: preparar la llegada de la primavera con una jornada de alto contenido pedagógico. El proyecto lo prepararon las preceptoras y cada docente en su espacio y tiempo lo llevaron a cabo. El disparador fue: Los jóvenes tienen estos derechos ¿Cuál es la contrapartida, o sea, cuales son sus obligaciones? Durante toda la mañana trabajaron en grupos, individualmente y culminaron en cada curso en un plenario que expresó las conclusiones en una cartelera que el curso colocó en la puerta de su aula. El final de la jornada- alrededor de las 11 de la mañana- fue un encuentro en los espacios compartidos por ambas escuelas con la presencia de la Banda Decavendish que fue compartida por toda la comunidad educativa (docentes, preceptores y directivos). “Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida” con este clásico precepto pitagórico trabajan los docentes de ambas escuelas, sabedores que sus destinatarios son la materia prima que conformará la base futura de la sociedad. Son nuestros chicos y jóvenes los destinatarios de todos los desvelos y esfuerzos. Compartimos sus alegrías y sus pesares. Forman parte de nuestras vidas. Necesitan de los adultos y lo reclaman constantemente. No es necesario “operativos” para “prevenir” las manifestaciones de alegría que explotan en cada primavera en las calles y espacios públicos de Tandil. Es necesario que desde el ignoto vecino hasta el funcionario público vea que son humanos y fundamentalmente frágiles en muchos aspectos de su vida, y no “extraños” que necesitan ser controlados para cuidar de los “otros”, es decir, los mayores que vivimos en la ciudad. Y mucho menos, publicitando acciones que exacerban el ánimo de muchos jóvenes que se sienten discriminados como grupo etario de la sociedad. Y con la música en los oídos nos desconcentramos alrededor del mediodía con la conciencia tranquila de haber cumplido con nuestro deber.

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