domingo, 1 de noviembre de 2009

En el valle de la Tandilia: panorama político semanal (mientras la oposición de la oposición sigue trabajando para el lunghismo)



Por Guillermo Liggerini

En tiempos de vacas flacas, con una economía doméstica atada a los devenires de una retracción coyuntural que pone en jaque a cualquier administración, y supeditada al oxígeno que suministre la asfixiada Provincia, el lunghismo parece por éstos días resignado a lo que tanto menospreció por años.
Más precisamente, se minimizó lo que resultó el paso del zanatellismo por la gestión comunal, acotada a obras básicas, y como estandarte, la inauguración de una avenida. Obras que se ven, se decía.
Resulta que por éstas horas de crisis, el radicalismo tendrá que “conformarse” con las mismas anémicas alegrías a la hora de celebrar logros.
Nadie podrá negar sobre el salto de calidad que el estado comunal tuvo a partir de la irrupción lunghiana, pero lo cierto es que frente a la crisis (como las que el teniente coronel tuvo al igual que su ingeniero Oroquieta) no hay margen a demasiado vuelo. Es tiempo de sueños cortos, concretos, de cemento y cal. Así, fue que se celebró la necesitada repavimentación de la avenida Pedersen y hasta se aprovechó para abrir una calle de tierra, bautizada por un reconocido religioso de la comunidad del Colegio San José. Todo sirve en tiempos de austeridad obligada.
Por lo demás, todo manso, demasiado quieto para el espíritu del pediatra que se come las uñas ante la imposibilidad de seguir alimentando su voraz perfil hacedor que, a pesar de sus cuestionables formas, sigue generando la mayoritaria adhesión popular, con cada vez menos moros en la mira.
Tal vez el único cosquilleo que el radicalismo debió litigar sin transpirar resultó la nueva embestida del concejal Carlos Mansilla, quien poco afín ha quedado en la consideración popular por el ingrato papel opositor que le tocó jugar, pero que lejos ha resultado el edil con más vuelo que está anodina conformación deliberativa supo concebir y está pronto a despedirse sin pena y con menos gloria.
Su insistencia redunda en el verbo de moda que se da en conocer como ninguneo. Básicamente, el Ejecutivo se ha mostrado totalmente indiferente, reticente, a cada uno de los pedidos de informe que la oposición presentó.
Más allá de la exageración que pudiera resultar la amenaza de Mansilla (ir a la justicia penal por incumplimiento de los deberes de funcionario público) no es menos cierto que el oficialismo hizo poco y nada por respetar las banderas de la democracia que ostentan levantar.
Se trata de la única herramienta que el HCD cuenta para cumplir con uno de los roles encomendados: el poder de contralor, y bien lo saben algunos integrantes del gabinete, que incluso fueron acérrimos defensores del papel de concejal y sus respectivas atribuciones. Claro está, ahora se ubican del otro lado, aunque posiblemente lo vuelvan a padecer cuando asuman en la nueva legislatura -bonaerense- y retomen aquel espíritu combativo cuando la mayoría oficialista le ofrende la misma moneda. (leer más...)


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