sábado, 4 de mayo de 2013

REPORTAJE A PAULO FREIRE por Susana Villarán, Gloria Helfer y Manuel Iguíñiz



¿QUÉ COSAS PERMANECEN COMO CERTEZAS?
Entrevista a Paulo Freire por Susana Villarán, Gloria Helfer y Manuel Iguíñiz realizada en la televisión peruana y posteriormente publicada en Tarea. Revista de educación y cultura, núm30, Lima, diciembre de 1992. En, p.213-220
(…)

Susana Villarán:
Hay algo que me llamó la atención desde la primera vez que leí tus escritos y que ayer volví a leer en la Pedagogía del oprimido: que hay mucha violencia hoy en día en nuestro país; estamos viviendo un momento de extrema violencia y de una violencia que a veces supera nuestra capacidad de resistir y de comprender. Es la oposición entre sectarismo y radicalidad. Yo quería que dijeras algo a este pueblo, a nuestro país, a nosotros, a mí, a todos los que estamos viviendo esta búsqueda de radicalidad, pero que estamos luchando contra el sectarismo, que hoy en día está encarnado tal vez por uno de esos grupos más criminales que la América Latina y el mundo ya han conocido. ¿Qué nos puedes decir sobre esto?

Paulo Freire:
Tú sabes que concuerdo contigo. Ahora, en este libro que estoy terminando sobre la Pedagogía del oprimido, dediqué algunas páginas a esta cuestión de lo nuevo, a la radicalidad y al sectarismo. Ahora soy todavía más radical, estoy más distante de cualquier posición sectaria, considero destructivo el sectarismo.
El sectario es un enfermo, es un caso absolutamente patológico, es la distorsión de la realidad.
No es posible concebir este comportamiento en término de normalidad psíquica. No es posible que en un estado de normalidad alguien se arrogue tal derecho de juzgar, de sancionar al mundo, como el sectario se arroga. El sectario no tiene un milímetro de capacidad para convivir con el diferente, y esto no es normal.
Para mí, una de las construcciones que tenemos que enfrentar es esta virtud fantástica, la cual no es solamente una virtud teológica, sino revolucionaria, que es la virtud de buscar la unidad en la diversidad.
El sectario es incapaz de vivir cinco minutos con una persona que piense diferente a él. Esto es absurdo, es realmente enfermizo.
Como educador y político –porque como educador yo no podría dejar de ser político-, en mi país soy militante de un partido progresista que, para los sectarios, no lo es. Es un partido de los trabajadores, un partido que tiene sueños ideales socialistas, pero que, para los sectarios, traicionó a la revolución.
A nosotros nos parece que somos revolucionarios, y no hay por qué no decir la palabra: somos revolucionarios, pero no somos sectarios, aunque también tengamos, entre nosotros a personas sectarias.
Yo haría una especie de llamado a todos los jóvenes que me escuchan para que cuenten hasta diez antes de tomar una posición sectaria. Radicalicen –esto es otra cosa-, pero jamás se entreguen a la locura, porque eso los frena, los separa de la historia.
Distorsionar la realidad histórica es una enfermedad que les da a aquellos que sufren nla convicción de que son dueños de la verdad y, que no hay una posición individual de la verdad.. Que esa gente medite para reconstruirse como revolucionarios.

Gloria Helfer:
(GH): ¿Y en cuanto a la radicalidad?

PF: La radicalidad, al contrario, se nutre precisamente de una posibilidad extraordinaria de convivir con el contrario, de aprender con el diferente, de hacer esfuerzos.
La radicalidad no significa que yo no acepte discutir con el oponente, con auqel que es contrario a mí. NO significa que yo ceda a las posiciones contrarias; significa que incluso estando contra él, reconozco también su derecho a expresarse.
Para mí, ese respeto a la diferencia identifica, reconoce a la persona radical. Es aquella que va hasta las raíces y después vuelve con la fuerza de las raíces, pero rebasa sus límites. El radical jamás se atribuye así mismo la posesión de la comprensión del mundo. Para el sectario, solamente él es infalible; para el radical, puede ser que haya otras verdades.

Gloria Helfer:
En esta situación sobre la cual estamos hablando, tan terrible, háblenos de sus sueños y de las esperanzas. ¿Cómo es la esperanza en estos momentos?

Paulo Freire:
A veces parece difícil tener esperanza en momentos difíciles de la historia, pero es exactamente en esos momentos cuando la esperanza hace falta.
Ayer por la noche dije que una esperanza sin compromiso, una esperanza que simplemente es lírica, resulta en nada. Hay que tener esperanza viviendo, tiene que ser una esperanza militante. Necesito militar mientras espero un futuro diferente.
Los tiempos de crisis son exactamente los tiempos en que tenemos que estar esperanzados. Insisto y digo a los educadores jóvenes de este país, como hombre experimentado que vivió momentos de mucha dificultad: individual, política, socialmente en el país, históricamente, que jamás me permití no tener esperanza, porque la muerte de la esperanza, en muchos sentidos, ¡es nuestra propia muerte!

Redacción Popular

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