domingo, 24 de febrero de 2013

Marcha triunfal de los descamisados





Marcha triunfal de los descamisados
por Pedro Argentino

Ya vienen, ya vienen
del Sud y del Este,
del Oeste y del Norte
bajo una bandera: la blanca y celeste.
La trae en sus manos el Pueblo Consorte
porque ella es la insignia de los corazones,
–Virgen impoluta–
la madre de tantos soldados campeones,
la flor y la fruta
y el fuego de todas nuestras concepciones.
Ya vienen, ya vienen
llenando las calles de la Vieja Aldea,
cubriendo el espacio de las diagonales;
sudor y marea
que brama sonora, descuaja y voltea
el barro y la escoria de los pedestales
que ya no soportan
los mitos sangrientos de los capitales.
¿Qué sueñan los hombres? ¿Qué quieren, qué anhelan?
¿Adónde los llevan sus pasos que vuelan?
¿Por qué van cantando la estrofa bravía,
sin mengua ni atajo,
donde se confunde la Soberanía
con las expresiones rudas del Trabajo?
Ya vienen en grupos. Ya crece y avanza
la fiel muchedumbre que llega sin lanza,
sin puños cerrados
y al grito de ¡Patria! dicho con amor,
fornidos y honrados,
las frentes altivas, los pechos sudados,
llenan de alegría la Plaza Mayor.
La plaza, la plaza,
allí donde un día despertó la raza,
se llenó de golpe por encantamiento.
Allí están los hombres, allí los hermanos,
allí el sufrimiento
de miles de cientos
y cientos de miles de manos.
Miradlos, son ellos:
los simples obreros de todas las cosas.
No cantan degüellos
sino victoriosas
palabras que nacen del fondo del pecho,
por las jubilosas
semillas que han hecho
florecer espigas del inmenso erial:
doradas espigas: Trabajo y Derecho,
derecho a la vida, Justicia Social.
¿Quién es que los mueve?
¿Quién los acaudilla
que están en silencio como en la capilla?
¿Quién es el gigante que así determina
la ruta de todos los trabajadores?
Nada más que un hombre de estirpe latina,
el que necesita la Patria Argentina
para sus miserias, para sus dolores.
Ya vienen en grupos; ya no dan abasto
la acera, la fuente, la estatua y el pasto.
Se encienden las luces
y antorchas de fuego giran como bólidos
al aire agitadas por los brazos sólidos
de los que llevaban hasta ayer sus cruces.
(¡Oh Pueblo, mi Pueblo,
mi sangre, mi vida;
qué inmenso escenario para vuestra herida!
Seguidlo a ese Hombre que ya os acompaña
y el llanto de vuestras tristezas restaña).
Ya vienen, ya vienen
del Norte y del Sud,
del Oeste y del Este,
los trabajadores y la juventud
bajo una bandera: la blanca y celeste.
Ya vienen, ya vienen en grupos formados:
Son ellos, los simples obreros honrados,
del hierro y la fragua,
más puros que el viento, más limpios que el agua:
los descamisados.

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