sábado, 16 de febrero de 2013

2013: PRONOSTICOS DIVERGENTES SOBRE LA ECONOMIA ARGENTINA



Pablo Tonelli, economista
Sobre el posible comportamiento de la economía argentina durante el año 2013 existen, en principio, dos  posiciones. La primera de ellas sostiene que la economía se ha estancado en un nivel alto del ciclo económico y no es capaz de retomar el dinamismo de años anteriores. Se enrola en esta posición casi el conjunto de la ortodoxia económica de nuestro país. La segunda posición, que es la que sostiene el Gobierno a través del Presupuesto y sus voceros en la función pública, confía en una recuperación del crecimiento que, sin llegar a las famosas tasas chinas, se ubique cercano al 5 % anual.
El contexto de la economía internacional, que sirve como marco global, seguirá siendo débil. EEUU con una expansión en torno al 2 %, similar al 2012. La Unión Europea logró eludir el default de sus economías periféricas mediante compras de bonos de los países en riesgo por el Banco Central Europeo, pero sigue sin avizorar el retorno al crecimiento. China y el resto de Asia, a tasas menores, lideran el crecimiento de la economía mundial, como viene sucediendo desde la crisis que estalló en 2007.
Lo fundamental para nosotros es si Brasil supera el magro 1 % de crecimiento del 2012 y se aproxima a cifras cercanas al 3,50 % anual. En su conjunto la economía internacional no se halla estancada, como tampoco el comercio, la dinámica simplemente ha cambiado de eje. Estancamiento puede haber, si, en la vieja Europa.
El número final que exprese en nuestro país el estancamiento o el crecimiento dependerá de cómo los llamados componentes de la demanda global (el consumo privado, el consumo público, la inversión y las exportaciones), se comporten.
El pensamiento económico neoclásico aborrece la incertidumbre. Su gran esfuerzo teórico consistió en transformar a la Economía en una ciencia dura y previsible como la Física (la clásica, porque sus desarrollos posteriores, lo que no es objeto de esta nota, introdujeron, por ejemplo, el principio de incertidumbre). “La forma de superar el obstáculo que representa la incertidumbre en la doctrina neoclásica, consiste en expresarla en términos de probabilidades” (Astarita) Siguiendo a Arestis, citado también por Astarita, en Keynes y los poskeynesianos las instituciones y la cultura tienen un rol determinante en lo que atañe a los patrones del comportamiento económico, estas cambian y pueden provocar el derrumbe de los patrones establecidos.
La inconvertibilidad del peso, el control de cambios, el control del crédito por el BCRA, constituyen hechos institucionales que vulneran la lógica económica neoclásica. Para la ortodoxia, si el Banco Central crea permanentemente dinero atendiendo a la demanda del sector privado, a la compra de divisas y a la asistencia al Tesoro, no puede crearse otra cosa que una anomalía fiscal y monetaria que evoca al Rodrigazo. La tasa de inversión, que cayó fuertemente en 2012, como consecuencia del control de cambios y las restricciones a las importaciones de bienes de capital, ¿cómo habrá de recuperarse si las utilidades no pueden ser giradas al exterior por las multinacionales?
En relación al consumo privado pronostican que el consumo de los sectores de poder económico se estancará, ya que no habrá más posibilidades de adquirir autos, cuatro por cuatro, campos o inmuebles, pues este segmento se encuentra saturado. Este consumo estaría ya, según alguna función de utilidad probabilística, agotado. El consumo de los asalariados, con inflación en alza, no puede en esta concepción ser dinámico. El consumo público y la inversión del Estado se derrumbarán en la falta de sustentabilidad fiscal. Las exportaciones tradicionales encuentran una severa restricción en el atraso cambiario, y los silo bolsas quedarán repletos de soja y la economía llena de pesos y con faltante de dólares. Los fallos de la justicia de New York, agravarán este escenario. El estancamiento de la economía se vuelve crónico. Todo esto ocurre además porque se ha dejado la política económica en manos de chapuceros e incompetentes que no saben de qué se trata.
Ahora bien, pongamos esta discusión económica en el contexto histórico y político de la Argentina.  Como sostiene mi viejo amigo el economista Jaime Saiegh “Cavallo desarmó el modelo de industrialización sustitutivo de importaciones e introdujo reformas de mercado. El kirchnerismo está desarmando las reformas de mercado y volviendo al modelo industrialista. No hay nada nuevo bajo el sol. Lo que está haciendo el Gobierno está calcado de lo que hizo Perón. Tanto con Mirando como con Gómez Morales o Gelbard”, en otro contexto histórico, agrego yo, contexto que no torna obsoleta la regulación del capital.
La posición oficial sostiene que en relación con 2012 existe un cambio en la situación del mercado exportador de productos básicos. Derrumbada la producción agropecuaria por la sequía de la campaña anterior se recupera fuertemente en la presente campaña ¿Cuánto? Si bien las que existen son estimaciones aún no convalidadas por la realidad, se cree que la misma crecerá en torno a los U$S 6.000 millones (se llegó a afirmar U$S 8.200 millones más, no parece que vaya a ser ese el número; otros hablan de una caída por debajo de lo planteado). Eso aporta aproximadamente un 1,5 % al crecimiento del PBI. El crecimiento de Brasil, aunque hay incógnitas, podrá aportar otro 1 % vía la dinámica exportadora del sector automotriz, fundamentalmente.
Por el lado de la inversión, tenemos una inversión pública, que contenida en 2012 se relanzará en el 2013. En principio el Gobierno cuenta con U$S 3 000 millones que figuran en el Presupuesto para pagar el cupón del PBI, un instrumento de la Deuda Pública que se gatilla cuando el crecimiento del producto supera la marca del 3,25 %. Como 2012 cerró con un crecimiento del 1,80 %, dichos recursos estarán disponibles para inversiones (fundamentalmente en el sector energético) más el dinamismo de la obra pública en provincias. Las importaciones de bienes de capital no estarán sujetas a las mismas restricciones que en 2012, porque el balance de divisas es mucho más favorable: más recursos, menos pagos en concepto de Deuda Externa. ¿Nadie invertirá, con demanda interna creciente y consumo sostenido?
De paso digamos que la utilización de la capacidad instalada se encuentra 7 puntos por debajo de su pico del 2011. Entonces, puede expandirse el nivel de actividad siguiendo a la demanda aún sin grandes inversiones. En relación con el consumo de los sectores que generan el excedente económico ¿no se comprarán campos? ¿No se renovará la flota automotor de alta gama? En relación con el consumo de los trabajadores, el Gobierno pondrá toda su energía en el control y la regulación de los alimentos como contraparte de la dura negociación salarial. ¿Será un calamitoso fracaso? No soy adherente a las profecías apocalípticas. Si todo esto se cumple exitosamente la economía crecerá cerca del 4,50/ 5%.
Ahora bien, ¿cuáles son los riesgos inherentes a este esquema? Voy a ser extremo. En primer lugar, que la oferta excedente de pesos se dolarice y no constituya plazos fijos ni alimente el consumo o la inversión. Que esta conducta se agrave ante un fallo adverso a la Argentina en la causa contra los hold-outs, o buitres. O que la reticencia de los productores agrarios no pueda ser neutralizada y se transforme en huelga de venta de granos. Entonces tendremos un escenario a la 125. El Gobierno nacionalizando el comercio exterior, es decir transformándose en el único comprador de la cosecha  y los terratenientes y sus aliados en las rutas.  La certeza que el Gobierno no cederá a las presiones de devaluación para permitir dolarizar el excedente ni escuchará presiones que surjan de un lock-out pueden modificar las conductas institucionales y culturales de los actores económicos, como plantea la hipótesis de los poskeynesianos. Nada de esto puede predecirse en un modelo econométrico ni ser objeto del cálculo de probabilidades. Y sus resultados los veremos este año, aquí en nuestro país.


Nota del director del Portal: Agrego el comentario de Abel Fernandez ( del blog de Abel) le hace a la nota de Pablo Tonelli:

Encuentro este anàlisis de Tonelli realista, con una aclaración: No todos los que son pesimistas en torno a la evolución de nuestra economía pueden adscribirse a una posición “ortodoxa”. Carlos Leyba, por ejemplo, pone ènfasis en la falta estructural de inversión.
Pero esa no es una discrepancia decisiva… si pensamos en el 2013. Es posible que tampoco lo sea, para el 2014 y el 2015. Mi preocupaciòn en lo que hace a lo inmediato es otra: Estamos en una economía “ochentista”, es decir, caracterizada sobre todo por una inflación alta y una cultura empresaria cortoplacista (ambas cosas están íntimamente vinculadas, y no son exclusivas de los ´80, por cierto. Pero si son los rasgos que determinan el paisaje ecnómico).
La conducción polìtica – factor decisivo – es mucho más firme que la que pudo ejercer el pobre Rául Alfonsín (Es difícil que a Cristina le impogan, por ejemplo, un Alderete como ministro de Trabajo, o que dependa de acuerdos con los “capitanes de la industria”).
Pero el punto que me interesa destacar es el malestar que provoca en la sociedad una inflación prolongada, en ausencia de una sensación de prosperidad y de crecimiento. Como dice el mismo Tonelli “sus resultados los veremos este año, aquí en nuestro país”.

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