martes, 11 de diciembre de 2007

Cristina por cuatro: La Presidente

ANALISIS
El primer recambio presidencial sin crisis en más de un década
La asunción de Cristina Fernández de Kirchner en el cargo de mayor responsabilidad del país escribió el primer recambio presidencial en más de una década sin que tenga como telón de fondo una crisis política o económica. También en uno de los pocos traspasos de mando sin conflictividad de la aún joven democracia que el año que viene cumplirá veinticinco años. Para ese plácido recambio influye, desde luego, que mandatario entrante y saliente no sólo son de un mismo partido político, sino de un mismo matrimonio, conformado en una asociación política inquebrantable. El último cambio de gobierno sin traumas se dio en 1995 cuando el por entonces presidente Carlos Menem obtuvo la reelección por otro mandato. Pero no fue, en rigor, un recambio institucional sino una instancia de continuidad. Poco tiempo después, comenzó una era de desvaríos políticos y económicos que dieron paso a la fallida experiencia de la Alianza, que asumió en 1999, con un país ya en decadencia. Cinco presidentes y devaluación mediante dieron paso luego, en 2003, a un gobierno impensado como el de Néstor Kirchner, quien asumió con algo más del 22 por ciento de los votos y un complejo desafío para domar la situación económica. Néstor Kirchner pudo mostrar ayer lo que tanto quería: alejarse de la gestión por una de las puertas de la Casa Rosada, y no con un helicóptero por los techos. Eso sí, por ser un gobierno de continuidad, el de Cristina Kirchner no tendrá posiblemente ese período de gracia con el que cuenta los nuevos gobernantes. No obstante, asume con la expectativa de liderar una etapa de consolidación de un modelo productivista, con una mayor inserción internacional y el afianzamiento de la justicia y la educación como pilares de la nueva construcción. En su primer mensaje como Presidenta, de casi una hora y sin un discurso escrito, dejó en claro que su gobierno será de continuidad del que condujo durante cuatro años y medio el primer mandatario saliente, pero también que se avanzará en una mejora de la calidad de las instituciones. También hizo alusión al posible Pacto Social que pretende para definir entre los sectores de la producción y el trabajo el país por venir. Aclaró que "no será gendarme" de las ganancias empresarias "ni de las internas" en los sindicatos, al dar a entender que en la mesa de negociaciones no se hablará de mejora de precios ni aumentos de salarios. Expresó la necesidad de una mayor interrelación entre la industria y el campo como forma de sentar las bases de una Argentina productora de bienes. Para ella, en el mundo que se avecina habrá dos temas fundamentales: los alimentos y la energía. Por otra parte, la nueva presidenta defendió con énfasis los derechos humanos, la educación pública, la ciencia y la tecnología, como así también el recambio de la justicia para que sea más confiable para todos los ciudadanos. Afirmó que este proceso comenzó con la modificación de la Corte Suprema de Justicia y la reforma del Consejo de la Magistratura, de la cual fue su principal impulsora en el Senado. Habló de darle mayor protagonismo al Congreso de la Nación para que sólo quede para las páginas más negras de la historia reciente aquel parlamento "del ajuste permanente y del aplauso al default". Esa frase avala la pretensión de la Presidenta de avanzar en cumplir con los compromisos externos pendientes, como el pago de la deuda con el Club de París, y, quizás, con los bonistas que no entraron en el canje de deuda. También en el plano internacional, la flamante presidenta reivindicó el lugar de la Argentina como una país de América Latina, pero inserto en un marco de "multilateralismo". En ese momento, mencionó la necesidad de que el problema del terrorismo, sufrido aquí en carne propia en 1992 y 1994, sea considerado un problema global y se pronunció a favor que la Justicia internacional avance en el esclarecimiento de esos dos tragedias de Buenos Aires. También reiteró la voluntad de participar en la "ayuda humanitaria" para forzar la liberación de la ex candidata a presidenta de Colombia, Ingrid Betancourt, del cautiverio que la tiene sometida hace siete años la guerrilla colombiana. Un párrafo aparte mereció la relación con Uruguay, ennegrecida por la cuestión de las pasteras, ya que en sus primeras palabras trató con calidez al ahora su par Tabaré Vázquez, algo que arrancó un aplauso estruendoso a los asistieron al traspaso de mando. Aunque de inmediato sorprendió diciéndole en forma directa que la Argentina "no puede ser imputada" en el conflicto, ya que fue el país vecino el que "violó el Tratado del Río Uruguay". Estas palabras, quizá para otro tiempo y otro lugar, seguramente incomodaron a Tabaré, que debió visitar al país entre increíbles medidas de seguridad. Cristina Kirchner asumió como la presidente número cincuenta de la historia institucional del país y es la primera mujer que llega al máximo cargo institucional por el voto de la gente. El desafío que se planteó para sus cuatro años no es menor: consolidar una nueva era política y económica del país para que cada gobierno que asuma lo haga sobre la base de lo construido por el anterior y no con las ruinas que dejan las antinomias.(fuente: diario el dia digital)

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