sábado, 6 de noviembre de 2010

El Desprecio por el peronismo ( a propósito de una nota de El País de España)



Por Nicolás Poggi (*), de la Redacción de NOVA.


La tan reproducida nota publicada en el diario español “El País” sobre Maradona como metáfora argentina oculta, en verdad, el desprecio de los autores por el peronismo. Desprecio que, en el debate, atrasa. Más allá de la cuestión específicamente maradoniana que con violencia abordan John Carlin y Carlos Pierini, lo que subyace en el texto es el profundo rechazo que en algunos sectores siguen despertando tanto el peronismo como otros gobiernos populares de América Latina.

Eso es legítimo. Pero los debates, lógicamente, deben avanzar. Y plantear –a esta altura- que Argentina se encuentra sumida en la desigualdad y la pobreza por culpa del peronismo constituye un retroceso atroz, sobre todo porque el hecho de analizar un proceso tan complejo y amplio como la primer experiencia justicialista (que fue la fundante de otras que serían más o menos felices, más o menos trágicas) exigiría ampliar la mirada para comprender -prejuicios aparte- todo aquello que de positivo y negativo tuvo en tanto fenómeno político y sociocultural de masas.

Para los autores lo ideal hubiese sido que el peronismo nunca hubiera existido. Su equivocación reside, entonces, en la negación de ese proceso transformador. Está demostrado que pensar el país aplazando un movimiento popular que incluyó nuevos actores, amplió los alcances del Estado y renovó las formas de hacer política es un paso en falso que ya pocos dan. El ejercicio necesario es comprender qué hizo bien y qué hizo mal el peronismo para, una vez desde allí, avanzar sobre lo que valga la pena y dejar en el camino todo lo demás. De esto, por caso, han tomado nota la mayor parte de los partidos políticos. ¿Por qué, si no, todos buscan tener su “pata peronista”?

Argentina debe seguir su curso a partir y nunca sin las conquistas del peronismo, de la misma manera que con los avances que representaron otras fuerzas políticas. Por lo demás, si quisiéramos borrar de la faz de la tierra la experiencia peronista -como parecen proponer los autores al culpar al movimiento por los “males” que aquejan al país-, estaríamos utilizando el mismo criterio de la Revolución Libertadora. Y así nos fue.

Pasemos a ejemplos de la coyuntura actual. No por nada referentes de la oposición reconocen algunos aciertos del gobierno nacional como -y por citar sólo uno- la Asignación Universal por Hijo. Sería una necedad intentar mejorar la Argentina sin contar con los avances extraordinarios que esa medida representó en materia social. Por supuesto que esta y otras iniciativas podrían profundizarse, y de eso se trata. Del mismo modo -y por citar un proceso al que hacen referencia los espantados autores- estamos en condiciones de asegurar que el próximo gobierno de Venezuela no podrá dejar en el camino los avances que produjo el chavismo sobre todo en el plano social.

“Cuando llevados por la fantasía se eligen directores técnicos o presidentes o sistemas de características populistas, autoritarios y antidemocráticos, con pocos pies sobre la tierra –dicen Carlin y Pierini-, el resultado inevitable es el fracaso”. No conformes con esa lectura que generaliza y no especifica, en otro pasaje del texto afirman que “el granero del mundo se va convirtiendo en un país lleno además de granos y pústulas creadas por el sistema: fracaso, pobreza, desnutrición, inseguridad, criminalidad, destrucción de las instituciones, ataque permanente a la prensa opositora, ataque a la ley, destrucción de la educación”.

¿Autoritarios? ¿Antidemocráticos? ¿Alguien puede decir que en Argentina, hoy, no hay libertad de prensa ni respeto por las instituciones? Nos disculparemos de antemano por aclarar lo obvio, pero no puede ser más sana una democracia dondela Corte Suprema de Justicia falle en contra de los intereses del propio Poder Ejecutivo. Preguntémonos si eso era frecuente no muchos años antes y, luego, verifiquemos si el país está avanzando o si, por el contrario, “fracasa”.

Lugares comunes aparte (como la arbitraria definición de que hace 100 años éramos el “granero del mundo”, época en que a la Argentina la azotaba el estado de sitio aunque, claro, eso no les interesa a los autores -que no son “populistas”- porque semejante cuestión carecería de valor al lado de las cuantiosas ganancias que para unos pocos revistaban las exportaciones de materias primas), lo planteado está lleno de opiniones imposibles de probar en términos concretos. Por ejemplo, “destrucción de la educación”. ¿Está nuestra educación “destruida” hoy? ¿O las deudas pendientes en la materia nos corresponden a todos como integrantes de una sociedad?

Pasando a la sensible “cuestión Maradona”, los preocupados Carlin y Pierini no pueden evitar adoptar la misma postura hipócrita de quienes, para cuestionarlo, aluden escandalizados a sus asuntos personales. Sostienen los autores que, durante los días mundialistas, los maradonianos “creían, orgullosos, que unidos al ‘ídolo’ todo el mundo ‘se la chupaba’". Y atención, porque aquí viene el desbarranque: “En realidad el que se ha chupado todo, desde alcohol hasta cocaína, ha sido Maradona”.

¿Ese es el nivel de análisis? ¿De eso, en el fondo, se trataba todo? Claro que después aclaran: “Nadie lo acusa ni lo maltrata por su triste enfermedad”. De acuerdo, no lo “acusan” ni lo “maltratan”, sólo dicen que se “chupaba” todo y, por si no hubiera quedado claro, lo definen como “un director técnico que no tiene ni ha tenido capacidad para manejar su vida”.

Con ese nivel de odio y resentimiento difícilmente pueda producirse un debate que esté a la altura de las circunstancias.


(*) Publicada en la edición de octubre de la revista “La Data”.


Fuente: Foto en facebook en sitio de  la JP Tandil

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