jueves, 5 de abril de 2007

EL PARTIDO JUSTICIALISTA REPUDIA EL BRUTAL ATAQUE A DOCENTES EN NEUQUEN

El Partido Justicialista de Tandil condena los hechos de violencia que las fuerzas policiales de la provincia de Neuquén han desatado contra la protesta y reclamo de los docentes por su salario.

Un hecho lo suficientemente grave para un país que, en la misma medida que crece, avanza resueltamente en la consolidación de una franja de pobreza estructural y de una brecha en la distribución que termina por expulsar a los chicos de la escuela para enviarlos a engrosar los índices de la economía informal.

No admitimos seguir conviviendo con situaciones de violencia aberrantes como la de Neuquén, donde el salvajismo policial sumado a civiles con armas largas nos recuerdan los peores momentos de la dictadura, declara acertadamente el Secretario General de Ctera.

Es hora de llamar la atención a los gobernantes provinciales que: “Para nosotros, es el pueblo el que decide; para nosotros, es el pueblo el que gobierna por intermedio de sus

Representantes. Y para nosotros, es para el pueblo, exclusivamente para el pueblo, para el que estamos obligados a trabajar, porque para eso se nos ha elegido y para eso se nos paga en nuestra función” (Perón, julio 25 de 1949).

La crueldad de la represión policía provincial provocó lesiones gravísimas (clínicamente “muerte cerebral”) a un docente, padre de familia que por defender su “derecho alimentario”, es decir, su salario se debate entre la vida y la muerte.

No podemos dejar pasar por alto hechos de tal naturaleza, que se repiten en distintas provincias argentinas, sin levantar nuestras voces de repudio y solidarizarnos con el conjunto de hombres y mujeres que DIA a DIA trabajan por educar millones de niños y adolescentes a lo largo y ancho del país.

Recordamos a los gobiernos desmemoriados las palabras del Gral. Perón que un 14 de julio de 1947 nos decía: “Lo primero que hay que hacer por la enseñanza es darle un lugar digno para que funcione y para que su personal esté en condiciones de dedicar a ella su vida. Ese aspecto, diremos material, debe ser satisfecho en las mejores condiciones en que el Estado pueda hacerlo. No se puede pretender que cada docente sea un héroe, porque sería pedir mucho, y sabemos que la humanidad no está poblada de héroes, sino de hombres naturales; y exigirle a un hombre un sacrificio permanente para su actividad cuando está viendo a su lado a otras personas, con actividades quizá inferiores a las suyas, que tienen un grado de satisfacción o de dignidad en la vida superior al de él. Sería exigirle que la enseñanza fuese un verdadero sacerdocio, y, en consecuencia, cada uno de los docentes debería vivir en un estado de continuo sufrimiento. No es lógico, no es natural ni humano exigir eso a la docencia”.

Secretaria de cultura prensa y propaganda del Partido Justicialista de Tandil

Dr. Mario Enrique Abait

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