
CRONICAS MARCIANAS.
(sucesos extraordinarios entre la medianoche del 16 de Mayo y la madrugada del 17, el Día D )
Año 2050, Tandil, una mancha urbana cubre gran parte del antiguo sistema de
Hacia el oeste, la urbe se confunde con la campiña, casi hasta el cruce de
En un vuelo de pajaro recorremos el paseo-shopping del Cerro El Centinela, cientos de antiguas cabañas se confunden con negocios de mala muerte y complejos para la ausente clase media alta que solía visitar el Tandil serrano de principios del siglo XXI, y hoy busca los santuarios naturales en otros lugares del país, y ya no vienen a nuestras degradadas sierras. Solamente vemos a la distancia en las Sierras Altas de Vela algún gaucho, dueño de campos, que tozudamente defienden a capa y espada el entorno natural y resiste al “homus urbano” que destruye todo a su paso.
No nos detenemos en el manchón de hierro y cemento que arrasó la ruta 226 hasta desplazarla hacia la zona de Ramón Primero, y la vista se nos pierde en el horizonte de casas y construcciones del más variado tamaño y color.
Ni que hablar del camino al Gallo. Literalmente desaparecíó el verde, solamente vemos el Cerro y los cientos de chalets y señoriales mansiones junto a bolichitos que a la vera de la ruta penan por retener algún turista ingenuo que todavía pasa por estas tierras.
El señorial SPA
Y de golpe despertamos nuestra curiosidad, en está larga recorrida por la ciudad, preguntandonos casi al unísono: ¿ Se acuerdan del Tandil soñado ? ¿ y del antecesor el inefable Don Julio ? .
Todos los presentes nos quedamos mudos por un larguísimo rato, pensativos, buceando en la memoria esos años de apasionados debates con tozudos gobernantes de turno.
El pequeño Lisandro preguntó: ¿ quienes fueron esos señores ?.
Juan, mi acompañante, balbuceando en un comienzo y con más fuerza y consistencia luego, empezó un largo monólogo sobre la década del bicentenario de
Sonó el despertador, son las siete de la mañana, tengo que apurarme, los chicos me están esperando en la puerta de
Mario Enrique Abait
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